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19.7.23

MARÍA, MADRE DE JESÚS DE NAZARET. Sucinta biografía (IV)



Continuamos en este artículo conociendo lo poco que se sabe sobre la vida terrenal de María.

Al regreso de su visita a su prima santa Isabel, y después de la visita del ángel a José para explicarle el misterio de la concepción, se realizó la ceremonia religiosa y la fiesta de bodas de José y María, a partir de la cual empezarían a vivir juntos (Mt 1,24). La boda se celebraría en miércoles y duraría una semana, tal como era habitual en la tradición judía. Desde ese momento, María se ocuparía de las tareas domésticas, ir a por agua, tejer las ropas, preparar la comida y cosas por el estilo. Debido a las disposiciones romanas sobre el censo, José y María tuvieron que trasladarse a Belén (Lc 2,1) en donde nació Jesús probablemente en la primavera del año 4 a.C. A los ocho días, de acuerdo a la Ley mosaica, Jesús fue circuncidado (Lc 2,21). La circuncisión era un rito socio-religioso con un doble significado: por un lado el circunciso se incorporaba al pueblo de Dios y al mismo tiempo se les ponía un nombre, que hacía referencia a las virtudes que se le deseaban o esperaban de él. Solía hacerse en la intimidad del domicilio por una persona experta, ante la presencia de testigos y familiares y era el signo de la Alianza. A Jesús se le puso ese nombre porque fue el nombre que el ángel de la Anunciación dijo: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Lc 1, 31).

A los 40 días del nacimiento, de acuerdo a la Ley mosaica, las mujeres debían purificarse del parto y María también lo hizo, por lo que los esposos fueron al templo de Jerusalén en donde presentaron al Niño y tuvo lugar el encuentro con la profetisa Ana y el anciano Simeón (Lc 2,22-38). Es lo que hoy celebramos como la entrañable fiesta de la Candelaria. Se entiende que la Virgen cumplió el rito de purificación por seguir la Ley, aunque no lo necesitara por ser la Siempre Limpia.
Los datos de cuándo regresó María y su familia a Nazaret no son claros, ya que por un lado Lucas, después de la presentación en el Templo nos indica que regresaron a Galilea, concretamente a la ciudad de Nazaret, donde el Niño crecía y se fortalecía (Lc 2, 40) mientras que Mateo nos presenta la llegada de los Magos de Oriente (Mt 2,1-11), la huida de la Sagrada Familia a Egipto (Mt 2,13-14), la muerte de los Inocentes (Mt 2,16) y sólo hasta la muerte de Herodes no regresan a Nazaret. Una posible reconstrucción de esta etapa de la vida de la Sagrada Familia podría ser así: tras la presentación de Jesús en el Templo, es posible que la Sagrada Familia regresara a Belén, lugar originario de José. En ese lugar permanecerían al menos hasta la visita de los Magos para huir a Egipto donde permanecerían por espacio de un periodo no concretado para después, avisado José en sueños por un ángel de la muerte de Herodes (Mt 2,19-21), regresar a Israel y posteriormente dirigirse de nuevo a Nazaret en donde transcurriría el resto de su vida hasta la manifestación pública de Jesús (Mt 2,22-23).

Desde ese momento la familia vivió de manera estable en Nazaret. Cada año, según la tradición judía, se hacía una peregrinación al Templo de Jerusalén tal como Lucas nos narra (Lc 2, 41). El mismo evangelista nos cuenta el episodio de la pérdida de Jesús en el Templo. Sucedió al cumplir los 12 años, que era la edad en la que se alcanzaba la ciudadanía y todos los derechos y obligaciones de un judío, Jesús fue llevado como de costumbre al Templo (Lc 2,42-50). Esta ocasión servirá a Jesús para recordarles a sus padres su misión y que Él es Hijo de Dios, destinado a ser la luz y la salvación del mundo. Después de este suceso, la vida de José y María transcurrirá normalmente en Nazaret y Jesús les estaba sumiso, mientras María guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 2,51).

Durante este período, de acuerdo a una antigua tradición, suponemos que José murió santamente, posiblemente cuando Jesús habría tenido unos 25 años. Jesús, por entonces, ya sería un carpintero experimentado que trabajaría junto con su padre. La siguiente vez que aparece María citada es en las bodas de Canán (Jn 2,1-11), escena en la cual ya no se nombra a José como asistente a la misma, que de haber estado vivo seguro que hubiese acudido acompañando a su familia y así nos lo habrían transmitido los Evangelios. Se puede deducir que ya había fallecido.

Al comenzar Jesús su vida pública lo más probable, de acuerdo a la mayoría de los autores, es que María sólo de manera ocasional lo acompañara, por lo que su vida continuaría con normalidad en Nazaret. Sin embargo, no hay razón tampoco para dudar que Jesús la visitaría con mucha frecuencia sobre todo si tomamos en cuenta que la mayor parte de su ministerio lo realizó en Galilea. Un dato nos lo aporta el evangelista Mateo y sus paralelos en los sinópticos (Mt 12,46-50; Mc 3,31-34; Lc 8,19-21), en donde se nos narra que al menos una vez María fue a visitarle mientras ejercía su ministerio. Es muy posible que todos los años subiera con María a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Algunos autores piensan que de ser eso cierto lo más posible es que se quedara en casa de Lázaro, en Betania. María, posiblemente avisada por alguno de los discípulos, habría estado al tanto en todo el doble proceso religioso y político al que Cristo fue sometido y asimismo asistiría, con el mayor dolor, a la cruel Crucifixión de su Hijo. Finalmente, recibirá el cuerpo de Jesús descendido de la cruz por los Santos Varones y lo acompañaría hasta el sepulcro. Esa noche posiblemente habría regresado a casa de Lázaro en Betania.

Después de la Crucifixión de Jesús, la próxima referencia directa que tenemos sobre María es su presencia en Pentecostés, en donde, junto con los demás discípulos perseveraba en oración. La vida de María después de la Resurrección quedó unida a la naciente comunidad cristiana. Desde la muerte de Jesús viviría con san Juan y en estrecha comunión con los demás miembros de la Iglesia naciente. La veremos de nuevo en el Cenáculo, lugar en que se reunía con periodicidad la primera comunidad, orando y pidiendo el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo (Act 1,14). Después de Pentecostés no volveremos a tener referencia bíblica sobre su vida. Existen dos tradiciones que nos hablan de su residencia en Éfeso y otra en Jerusalén. El dogma de la Asunción nos dice que llegado el final de su vida terrena, María fue asunta al cielo en cuerpo y alma.

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