Buscar este blog

30.5.08

EL MATRIMONIO CATÓLICO: RITOS Y LITURGIA II

En este artículo vamos a centrarnos en la liturgia específica del matrimonio y más concretamente del matrimonio dentro de la Misa.
El matrimonio se celebrará normalmente dentro de la Misa. También puede hacerse fuera de la Misa, siguiendo el ritual. Debe expresarse el carácter festivo de la celebración –flores, música, cantos– así como su aspecto comunitario. Lo ideal sería que la comunidad parroquial –no sólo los invitados, familiares y amigos– asistieran a la celebración. Sin embargo más bien pasa lo contrario: si una persona entra en la iglesia y ve una boda tiende a salirse, al pensar que “sobra” en esa celebración. Craso error.
Para el matrimonio dentro de la Misa hay dos formularios, que nos ofrece el libro del Ritual del Matrimonio. Se dice la Misa ritual, excepto en algunos días y domingos en que hay que decir la Misa del día. Las vestiduras de los ministros son blancas.
El sacerdote, revestido de alba, estola y casulla recibe a los novios. Puede hacerlo en la puerta del templo y bien recibirlos en el presbiterio. Tras el canto de entrada –que suele sustituirse por una marcha nupcial aunque no sea muy litúrgico– comienza la Misa con los ritos introductorios.
La Liturgia de la palabra ofrece muchas lecturas para elegir por los novios, pudiendo hacerse tres.
Tras la homilía se procede al rito de celebración del matrimonio, que consta de varias partes:
· Monición
· Escrutinio, en el cual se les interroga a los novios sobre su libertad y aceptación voluntaria
· Consentimiento. Al darse la mano derecha se establece se establece un diálogo entre el novio y la novia: Yo...te recibo a ti...como esposa... Hay varias fórmulas para este consentimiento.
· Confirmación del consentimiento
· Bendición y entrega de los anillos. Tras ser bendecido el esposo introduce en el dedo anular de la esposa el anillo y lo mismo hace la esposa con el esposo.
· Bendición y entrega de las arras. Este rito sólo se realiza a veces, si es costumbre local. El esposo entrega las arras a la esposa y la esposa al esposo.
Terminado el rito se reza la Oración de los fieles y comienza como de costumbre la Liturgia eucarística. El Ritual ofrece Prefacios propios para elegir.
Otro elemento muy importante en el rito se produce tras el Padre Nuestro. Se omite el “Líbranos de todos los males...” y el sacerdote pronuncia la bendición nupcial, que NUNCA debe omitirse. Hay varias fórmulas para la bendición. Antes de la bendición nupcial tiene lugar, cuando se realiza, el rito de la velación, como signo tradicional y expresivo de la unión indisoluble que el Sacramento ha realizado entre los esposos. El velo, de color blanco y rojo, se coloca sobre la cabeza de la esposa y los hombros del esposo. Se retira al acabar la bendición nupcial. Si los esposos comulgan lo hacen bajo las dos especies.
La bendición sobre el pueblo será triple y, una vez acabada la Misa, los testigos y el sacerdote firman el acta del matrimonio. Puede hacerse en la sacristía o en presencia del pueblo, pero no debe hacerse sobre el altar.

17.5.08

EL MATRIMONIO CATÓLICO: RITOS Y LITURGIA I

Vamos en una serie de tres artículos a tratar sobre el matrimonio católico: sus requisitos, su liturgia y su protocolo.
En este artículo inicial veremos algunas cuestiones previas al matrimonio.
En primer lugar hay que afirmar que la Iglesia respeta y reconoce el derecho de cualquier católico a contraer matrimonio con cualquier persona de sexo contrario, sin distinción de credo o religión. Así pues, son lícitos los matrimonios celebrados según el ritual correspondiente entre parte católica y parte o bien cristiana –de otro credo– o de otra religión, aunque este ultimo supuesto lo desaconseje. Son los llamados matrimonios mixtos. En cualquier caso la parte católica debe pedir las licencias oportunas.
En estos artículos sólo vamos a tratar de los matrimonios entre católicos.
Partimos de la base de que todo católico tiene la obligación de contraer matrimonio eclesiástico, ya que entre bautizados no puede haber contrato matrimonial valido que no sea por eso mismo sacramento (CDC 1.055.2). El matrimonio civil de los bautizados sería considerado por la Iglesia como concubinato.
Cuando una pareja decide casarse debe hacerse estas preguntas:
¿Cuándo casarse? Para las normas de la Iglesia cualquier día del año se pueden celebrar matrimonios, exceptuando el Viernes y Sábados Santos. Determinados domingos y tiempos del año litúrgico hacen que no pueda decirse la misa ritual sino la del día e igualmente pasa con las lecturas. Aunque no haya restricciones, la Cuaresma no es litúrgicamente el mejor tiempo.
¿Dónde casarse? El templo más apropiado sería la iglesia parroquial de algunos de los novios, o la parroquia en la que van a vivir pero pueden, con el permiso del párroco, elegir el templo que deseen, no pudiéndoseles negar sin causa grave.
¿Quién puede celebrar el rito? Puede hacerlo el obispo, el presbítero, un diácono e incluso en casos de extrema necesidad también podría hacerlo un laico idóneo, siempre con permiso de su obispo. No se olvide que en la tradición latina los cónyuges son los que se confieren el sacramento. El ministro recibe el consentimiento de los esposos en nombre de la Iglesia y pronuncia la bendición nupcial.
¿Tienen los cónyuges que haber recibido el sacramento de la Confirmación? Sí. Si no lo han recibido deben hacerlo, salvo que surja una dificultad grave, en cuyo caso si sería lícito.
¿Tienen los cónyuges obligación de comulgar? No, pero la Iglesia considera conveniente que sellen su consentimiento recibiendo la Eucaristía. Es costumbre que, de comulgar, lo hagan bajo las dos especies.
¿Es obligatorio confesarse antes de la boda? No, pero la Iglesia lo recomienda de manera insistente. No obstante lo anterior, los sacramentos deben recibirse sin tener conciencia de pecado grave –estar en pecado mortal, tal como se decía– para que surtan su efecto santificante. Si se recibe en pecado sería válido pero no lícito, o sea, que no tendría el efecto espiritual que los sacramentos poseen.
¿Son obligatorios los cursillos de preparación al matrimonio? Sí. Puede eludirse esta obligación por motivos muy graves: por ejemplo que uno de los novios resida fuera de la localidad o en el extranjero.
¿Qué edad mínima establece la Iglesia para casarse? El CDC dice que el varón debe tener 16 años cumplidos y la mujer 14 años cumplidos. El Código Civil establece que los menores de edad no emancipados no pueden contraer matrimonio. En cualquier caso los menores necesitan autorización de sus padres y del juez.
¿Qué documentos me van a pedir? Es necesaria una partida de bautismo, que se pide en la parroquia donde se bautizó y una fe de soltería. Una copia de su documento nacional de identidad, de cada uno de los novios acompañado del original, para compulsarlo y justificante del cursillo prematrimonial completan el expediente matrimonial. Deben entregarse al menos dos meses antes de la boda. El expediente matrimonial es un documento donde figuran todos los datos de los contrayentes en el que consta su libertad para contraer matrimonio; una vez celebrada la boda es firmado por los testigos (que pueden ser varios) y los contrayentes, más el sacerdote que celebre la boda. Después se entrega el certificado de matrimonio eclesiástico, que hay que llevar al juzgado para obtener el Libro de Familia. Antes de la boda se publican las amonestaciones en la parroquia de ambos cónyuges, para ver si hay algún impedimento al enlace. Y en caso negativo ya se puede celebrar la boda religiosa.
Jesús Luengo Mena

8.5.08

ALGUNAS FRASES Y REFRANES RELACIONADAS CON LA LITURGIA Y LA IGLESIA (en clave de humor)

En este artículo vamos a explicar algunas frases o refranes, escogidas del gran número que podríamos poner, que tienen relación con la Liturgia o la Iglesia en general y de las que a veces desconocemos su origen y sentido.

Tener muchas ínfulas.
Se aplica a la persona que presume de poder o prepotencia. Las ínfulas son las tiras de tela que cuelgan de la tiara episcopal, por lo que son signos de autoridad y que ya usaban personajes poderosos del mundo romano.

Dar un baculazo
El báculo es el bastón del obispo. Se entiende popularmente por baculazo la orden imperativa y sin recurso que inevitablemente hay que cumplir, normalmente dada para zanjar alguna disputa o controversia entre partes. También se puede interpretar como abuso de autoridad.

Meapilas
Se dice de la persona que pasa muchas horas en la iglesia, dedicando gran parte de su tiempo a prácticas de piedad.

Tener bula
Esta expresión hace referencia al permiso que una persona tiene para hacer lo que a la mayoría le está prohibido. Viene la frase porque en tiempos pretéritos se compraban “bulas” –permisos– por una cantidad de dinero y a cambio la Iglesia eximía a la persona poseedora de la Bula de algún cumplimiento, generalmente del ayuno o abstinencia. Era la llamada bula de la carne, aunque existían otras muchas: de la Santa Cruzada, de difuntos, etc.

Más limpio que una patena
La patena es el platillo donde reposa la hostia que va a ser consagrada. Siempre se limpia con esmero y de ahí que cuando un objeto esté reluciente se compare con la patena.

Estar en misa y repicando
Este refrán hace referencia a las personas que quieren estar en todos los sitios a la vez. No se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo. De igual sentido es la frase de “ser el padrino y el novio”.

Armarse la de Dios es Cristo
Esta expresión, de apariencia irreverente, hace referencia a las situaciones en las que se desencadena un gran escándalo donde todos los participantes gritan y ninguno se entiende. Parece ser que proviene de las controversias y violentos enfrentamientos surgidos en el transcurso del primer concilio ecuménico de Nicea, al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo. Iniciado en el año 325 bajo el pontificado de Silvestre I, el concilio fue presidido por el obispo de Córdoba, con la presencia del emperador Constantino. Éste había promovido su celebración para resolver la crisis desatada dentro de la Iglesia por los defensores del arrianismo. Mientras que para los católicos el Verbo, Hijo de Dios, es verdaderamente Dios, lo mismo que el Padre, para el heresiarca griego Arrio el Verbo sólo posee una divinidad secundaria. Dicho de otro modo, que para los arrianos el Verbo no es realmente Dios eterno, infinito y todopoderoso.

¡Apaga y vámonos!
Esta exclamación, que se utiliza para dar por terminada una cosa, tiene su origen en el pueblo granadino de Pitres. Al parecer, hace siglos dos clérigos de este municipio, aspirantes a una plaza de capellán, hicieron una apuesta a ver cuál de ellos celebraba la Santa Misa en el menor tiempo posible. Tras concluir los preparativos para el desafío religioso y mientras se aproximaban al altar, uno de los curas inició la misa diciendo: "Ite, Missa est", fórmula litúrgica que precedía a la bendición final. El otro, impasible, se giró hacia el monaguillo que sujetaba la vela y exclamó: "¡Apaga y vámonos!, que ya está dicha la misa".

Ni fías ni porfías, ni cuestión con cofradías
Terminamos este breve recorrido de dichos populares por uno referido a las cofradías. Este dicho popular hace referencia a que las cofradías y hermandades siempre han sido muy celosas de sus peculiaridades y privilegios, pleiteando abundantemente por todo tipo de cuestiones, ya entre ellas, ya con los párrocos, priores o con la mismísima jerarquía eclesiástica. Asimismo, estos pleitos son siempre largos, tediosos e inacabables. El libro de Carlos Romero Mensaque dedicado a este tema es muy ilustrativo.
Jesús Luengo Mena

1.5.08

LA ORACIÓN LITÁNICA O LETANÍA

El nombre de oración litánica o letanía proviene del griego “lité”, –súplica– y del verbo “litaneuein” que significa orar insistentemente. Litánico es un término genérico por el cual se designan diversas clases de oraciones de intercesión que presentan la forma de interpelación o enunciación realizada por un solista y respuesta del pueblo. La oración litánica es pues es uno de los modos de oración más comunes y la forma por excelencia de la oración coral que designa a diversas especies de oraciones de intercesión, de acción de gracias, de petición, de alabanza o de penitencia que presentan una forma de interpelación. El origen de la oración litánica ha de buscarse en una oración que se realizaba en la sinagoga, que consistía en dieciocho bendiciones en las que se enumeraban las diferentes categorías sociales de personas y de intenciones por las cuales se oraba. San Pablo, en la carta a Timoteo (2, 1-2) hace alusión a esta costumbre. También entre los paganos existía ya más o menos esta forma de plegaria. Esta forma de oración se llama en siriaco Karozuta o proclamación, que equivale a los términos kerigma en griego y praedicatio en latín.

En la Misa hay varias oraciones que tienen estructura litánica: la oración litánica penitencial del Kyrie eleison, la oración universal de los fieles y el “Cordero de Dios”. Lo que hoy se designa con el nombre de «oración de los fieles» corresponde a la llamada letanía diaconal de la antigüedad. También hay oraciones litánicas en la Liturgia de las Horas.
Pero con todo, el ejemplo más típico de letanías es la de las Letanías de los santos. Están compuestas por el Kyrie eleison y una lista de santos, aumentada en el curso de los siglos, a la que el pueblo responde con el ora pro nobis. Concluye con una serie de invocaciones que resumen las necesidades más genéricas de la Iglesia. La Iglesia utiliza actualmente las letanías de los Santos en las súplicas solemnes y en las consagraciones y bendiciones de importancia, como la ordenación sacerdotal y la dedicación de una iglesia, profesión perpetua, Vigilia pascual, bautismo y también puede usarse como canto de entrada en las misas cuaresmales, especialmente en la estacional[1]. El texto sido revisado con motivo de la reforma del calendario litúrgico, y se han publicado en el mismo volumen del calendario dos formularios, uno con el título Litaniae in sollemnibus supplicationibus adhibendae y otro con el de Litaniae pro ritibus in quibus conferuntur consecretiones et sollemnes benedictiones (cfr. Calendarium Romanum, ed. típica, Vaticano 1969, 33-39).
Otras letanías más populares son las letanías lauretanas, aunque no pertenecen al formulario litúrgico. Comienzan con el Kyrie elesion y unas invocaciones a las tres divinas personas; sigue una bella lista de alabanzas a la Santísima Virgen María, a las que se responde ora pro nobis; concluyen con el Agnus Dei. El texto más antiguo conocido se halla en un Misal de Maguncia del s. XII del que se hicieron varias recensiones. El que hoy se practica, de ordinario al final del rezo del Santo Rosario fue adoptado en el famoso santuario mariano de Loreto de donde procede el apelativo con que se las designa. El papa Sixto V, en 1587, lo aprobó para toda la Iglesia. Es conveniente puntualizar que las letanías lauretanas no son parte del rezo del rosario y pueden rezarse independientemente, aunque la costumbre extendida es la de rezarlas como colofón del rosario.
Además de las oraciones litánicas citadas existen otras formas menores: las usadas para la recomendación del alma, las letanías del Sagrado Corazón de Jesús, las del Santísimo Nombre de Jesús o las de San José.
[1] La Misa estacional o misa de recepción es aquella en la que una comunidad –parroquia o similar– recibe a su obispo que la visita de manera oficial y solemne y también la que preside en obispo en la catedral con el pueblo y concelebrantes.