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4.8.23

Las memorias libres de la Virgen (XI)

 Con este artículo terminamos con el culto litúrgico a la Virgen, viendo sus  memorias libres.

El Inmaculado Corazón de María (sábado después del II domingo después de Pentecostés y que se celebra al día siguiente al Sagrado Corazón de Jesús). Instituida por Pío XII en 1944 como réplica al Sagrado Corazón de Jesús.  Su devoción de remonta al S. XVII y su sentido es evangélico ya que "la Madre medita las palabras y los hechos del hijo en su propio corazón" (Lc 2, 19.51).  Es una memoria de tipo devocional.

Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero), es una memoria instituida por Pío X en 1907 para recordar las apariciones de la Virgen producidas cuatro años después de la proclamación del dogma de la Inmaculada, en 1858, a una humilde muchachita francesa de catorce años llamada  Bernardita Soubirous.  Desde entonces Lourdes se ha convertido en lugar de peregrinación y de curaciones milagrosas y en santuario mariano muy importante. Su memoria ofrece la posibilidad de la contemplación de María como fuente de agua viva y medicina de los enfermos.  El mensaje que la Virgen Inmaculada nos transmite es doble: oración y caridad que son los dos hilos conductores de la fe cristiana.

Nuestra Señora del Carmen (16 de julio), es una memoria extendida por Benedicto XIII a toda la iglesia universal. Se trata de un recuerdo a esta advocación en la vertiente contemplativa, como invitación a interiorizar en la oración y en la meditación la fe en Cristo. María escuchaba la palabra de Dios y la cumplía, meditándola en su corazón tal como dice la antífona del Magníficat. Recuerda el nacimiento de una orden religiosa profundamente mariana que la considera madre y hermana. Es pues una invitación a interiorizar en la oración y en la fe en Jesús.

La Dedicación de la basílica de Santa María la Mayor (5 de agosto). Esta memoria hace referencia a la iglesia construida en Roma en honor de la Virgen María, Santa María la Mayor o la Blanca, como réplica romana a la basílica de la Natividad de Belén. Su historia hace referencia al sueño del patricio Juan al cual, el 5 de agosto del año 352 y siendo papa Liberio, se le apareció la Virgen para pedirle que construyese una iglesia en su honor en la colina que hubiese nieve. Comunicado el sueño al papa se dirigen al monte Esquilino donde no sólo había nieve sino que estaba dibujada en el suelo la planta de la iglesia.  Históricamente hablando fue Sixto III en el año 433 quien construyó la iglesia y la ofreció al pueblo de Dios embellecida por bellos mosaicos al poco de concluido el Concilio de Éfeso, que proclamó solemnemente la maternidad divina de María. Esta memoria evoca los grandes temas de María como templo de Dios y nueva Jerusalén.

La memoria libre más reciente es la de la Bienaventurada Virgen María de Loreto, decretada por el papa Francisco, que se celebra el 10 de diciembre.

Antes de terminar hemos de decir que el Calendario Romano general no recoge todas las celebraciones marianas correspondiendo a los calendarios particulares con fidelidad a las normas litúrgicas. Las iglesias locales celebran sus fiestas marianas propias.

Así, el 12 de octubre, en España y como fiesta celebramos la de la Virgen del Pilar para recordar según una antigua tradición el origen mismo de la fe cristiana en España. Pero más que un recordatorio histórico o advocación concreta celebramos a la Virgen María uniéndonos a todas las generaciones que la felicitan y la proclaman concebida sin pecado, Madre de Cristo y asunta al cielo.  Pedimos que por su intercesión la Virgen nos concede fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor, tal como reza la oración de su día. Su templo zaragozano nos recuerda que Ella fue santa morada para su Hijo.

Festividad de origen devocional ya suprimida es la del Dulce Nombre de María (12 de septiembre) y en  el calendario litúrgico de la archidiócesis hispalense se celebra el tercer sábado después de Pascua de Resurrección y como memoria obligatoria la fiesta de la Divina Pastora de las Almas, devoción netamente sevillana nacida en nuestra ciudad en 1703 y creada por el fraile capuchino fray Isidoro de Sevilla. Esta devoción se extendió de las devociones marianas que Sevilla puede presentar como propia a todo el mundo católico desde que en 1795 Pío VI aprobara su culto litúrgico oficial, gracias a los desvelos y gestiones del beato fray Diego José de Cádiz.