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31.10.15

LOS RENOVADOS LIBROS LITÚRGICOS: EL NUEVO LECCIONARIO

Antes de comenzar a leer este artículo sepa el lector que lo relatado se refiere a las disposiciones de la Conferencia Episcopal Española, no es por tanto de aplicación al resto de paises. 
Como ya ha trascendido, la Iglesia española va a proceder a sustituir, poco a poco, todos los libros litúrgicos que tienen lecturas y referencias bíblicas: leccionarios, rituales, Liturgia de las Horas y el propio Misal. Antes de seguir habría que preguntarse: ¿por qué hay que cambiarlos, con el lío y el gasto que esa sustitución supone?
Es evidente que no obedece a ningún capricho. Los nuevos leccionarios responden a la versión oficial de la Biblia, que fue aprobada el  25 de noviembre de 2008 en la  CCXI Asamblea Plenaria del episcopado español.   Posteriormente, el  29 de junio de 2010 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dio su conformidad a esta traducción bíblica, que tras algunos cambios introducidos, reconoció con el decreto del 22 de agosto de 2014 como la versión definitiva a esta Biblia como texto litúrgico oficial.
Consecuencia: todas las citas y lecturas bíblicas que se hagan a partir de ahora tienen que tener su referencia a la nueva Biblia oficial.  Por primera vez, la Iglesia en España cuenta con una traducción de la Biblia al español reconocida como la oficial para ser utilizada en las actividades propias de su obra evangelizadora, Biblia publicada por la BAC.
La editorial Libros Litúrgicos, del servicio de Publicaciones de la Conferencia Episcopal Española, será la encargada de ir publicando los libros litúrgicos, comenzando por tres nuevos leccionarios oficiales en español para la celebración de la Misa. Se trata del Leccionario I (C) para las misas de los domingos y fiestas del Señor, del ciclo C;  el Leccionario II para las celebraciones de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua y el Leccionario III, para las misas del Tiempo ordinario de los años pares. ¿Por qué salen primero esos tres leccionarios? Pues porque son los que van a necesitarse para el nuevo Año Litúrgico que comienza el próximo 29 de noviembre de 2015. Se espera que estén a la venta antes del comienzo del nuevo Año Litúrgico, o sea, durante el mes de noviembre de 2015
Estos leccionarios, que han sido elaborados por la Comisión Episcopal de Liturgia a partir de los textos de la Sagrada Biblia en su versión oficial, se convierten en los libros oficiales en castellano para todas las diócesis de España .
Y ahora algunas preguntas.
¿Cuándo entran en vigor? Pues desde el momento de su publicación. Y hay un periodo de transición, en el que se pueden seguir usando los actuales, periodo que termina el 8 de septiembre de 2016, fecha en la que su uso será obligatorio. La fecha no es caprichosa tampoco: es la que hace un año del decreto del 8 de septiembre de 2015 en el que se dispone que los nuevos leccionarios deben ser considerados oficiales para su uso litúrgico en todas las diócesis de España y da un año para implantarlos.
¿Dónde se pueden adquirir? Podrán adquirirse en las librerías especializadas en temas religiosos..
¿Cuándo se publicarán el resto de los libros? Pues está previsto que sea a lo largo del próximo año 2016, en el que se publicarán el resto de los leccionarios y la tercera edición oficial para España del Misal Romano. Más tarde, tendrá lugar la progresiva publicación de los diferentes rituales y de la Liturgia de las Horas, de acuerdo con los nuevos textos bíblicos y eucológicos.
Y ¿qué pasa con el calendario litúrgico-pastoral para 2015-2016? Pues las referencias a las lecturas de cada día vienen, en primer lugar, para los leccionarios actuales y, además, con las referencias a los nuevos leccionarios en segundo lugar ─o bien─. Así pues, que no cunda el pánico. En algunos casos, sólo viene la referencia al leccionario actual ya que todavía no hay otro alternativo, como el caso del Leccionario V.
Pero no sólo hay cambios en el contenido; también los cambios afectan a  forma. Así, lo más llamativo es la nueva numeración de los leccionarios,  que quedará de la siguiente manera:
I (A) – (antes I A): domingos y fiestas del Señor año A
I (B) – (antes II B): domingos y fiestas del Señor año B
I (C) – (antes III C): domingos y fiestas del Señor año C
II – (antes VII): ferias de Adviento, Navidad, Cuaresma y Tiempo pascual
III (par) – (antes IV): ferias del Tiempo ordinario de los años pares
III (impar) – (antes IV): ferias del Tiempo ordinario de los años impares
IV – (antes V): Propio de los santos y Misas comunes
V – (antes VIII): Misas rituales y Misas de difuntos
VI – (antes VI): Misas por diversas necesidades y Misas votivas
VII – (antes IX): Misas con niños
Una novedad de la nueva distribución de los leccionarios es que el volumen IV, que hasta ahora incluía las lecturas de la misa del Tiempo Ordinario para años pares e impares, se transforma en dos volúmenes, con el número III, uno para el año par y otro para el año impar.
También habrá novedades en su edición en cuanto al formato, la maquetación y la encuadernación, incluido un estuche para cada libro para su mejor cuidado y conservación...y en el precio, que estará unificado a 40 euros cada ejemplar.




12.10.15

LOS CANTOS DE LA MISA

El canto tiene el deseo de hacer participar al pueblo en los actos litúrgicos. La función de un coro en la celebración litúrgica, al igual que el resto de la música, tiene varias vertientes:
*Función ornamental y artística
*Función dinámica, ya que sirve para unir los corazones.
*Favorece la participación, como consecuencia de lo anterior.
* Función ministerial, ya que se encuentra al servicio de la acción litúrgica.
El canto del coro debe tener un principio rector: que no excluya  el canto del pueblo, ya que los fieles no vamos a la celebración eucarística para oír conciertos que otros interpretan sino a participar y vivir. No se debe confiar al coro el canto de toda la Misa, excluyendo al pueblo de la participación activa. Lo anterior no excluye que, en ocasiones muy solemnes como una Función Principal de Instituto, pueda y deba cantar una coral o capilla e incluso algún solista. También, el celebrante y el diputado de cultos deben estar coordinados con los cantores, para que no se produzcan interferencias mutuas.
Hay partes de la Misa que siempre deberían ser cantadas: me refiero a la antífona de respuesta al salmo y el propio salmo, así como el Santo. Recitar el salmo equivale a recitar un villancico en vez de cantarlo. No obstante, la falta de salmistas y, en general, de cantores adecuados hace de esta parte de la Liturgia una asignatura pendiente y sin visos de solución.
En la Misa el pueblo puede cantar: el canto de entrada, la respuesta al saludo inicial, el canto de aspersión cuando lo hay, los Kyries, el Gloria, el Amen conclusivo de la oración Colecta, el salmo responsorial, el Aleluya, el Credo, la respuesta a la Oración de los fieles, durante la presentación de las ofrendas, el diálogo del Prefacio, el Sanctus, las aclamaciones a la Plegaria eucarística con el Amen conclusivo, el Padrenuestro, su aclamación al Cordero de Dios, durante la comunión y en la bendición.
Hay cantos que son un rito por sí mismos, como el Gloria, el Salmo Responsorial, el Aleluya o el Sanctus. Otros, en cambio, sirven para acompañar a un rito, como el Canto de Entrada, el del Ofertorio o el Cordero de Dios.
Puntualizamos algunos detalles. El canto de entrada se comienza mientras entra el sacerdote y los ministros. Es bueno coordinarse de manera que, cuando el sacerdote entre, ya esté comenzado para que el pueblo reciba cantando la procesión del sacerdote y sus ministros.
Tras el acto penitencial, los fieles aclaman al Señor y piden su misericordia cantando, todos, el Señor ten piedad. Cada aclamación se repite dos veces como norma.
El Gloria lo entona el sacerdote o un cantor o el coro y lo cantan todos juntos o el pueblo alternando con los cantores, o sólo el coro. Si no se canta, se recita.
El Salmo se ha de procurar que se cante íntegramente o, al menos, la respuesta que corresponde al pueblo.
El Aleluya es un rito en sí mismo, y lo canta todo el pueblo en pie;  el verso lo canta un cantor o el coro. Si no se canta, puede omitirse.
El Credo lo ha de cantar o recitar el sacerdote junto con el pueblo.
En la Oración de los Fieles, el pueblo en pie puede responder a las peticiones cantando la invocación.
Al comienzo de la liturgia eucarística se pueden llevan al altar los dones en procesión, pudiéndose aportar otras donaciones para los pobres o para la Iglesia. Esta procesión se acompaña con el canto del Ofertorio. Este rito del ofertorio siempre puede acompañarse de canto, aunque no haya procesión de los dones. Y añado, las frases que a veces pronuncia un lector, explicando la intención o el significado de los dones que se aportan mientras se llevan al altar, sobran.
 El Santo lo canta todo el pueblo con el sacerdote.
El Padrenuestro se canta por el pueblo junto al sacerdote, mientras que la invitación a orar ─Fieles a la recomendación del Salvador...─ y el embolismo ─Líbranos de todos los males...─ lo canta el sacerdote. El pueblo le responde cantando la doxología ─Tuyo es el Reino... ─.
A continuación sigue el rito de la paz, rito para el que la Liturgia no contempla ningún canto, aunque se ha puesto de moda un canto de la paz.
A la fracción del pan se canta el Cordero de Dios por el coro o un cantor, respondiendo el pueblo. Se puede repetir cuantas veces sea necesario, concluyendo siempre con el danos la paz.   
El canto de comunión comienza mientras el sacerdote comulga el Sacramento, prolongándose mientras comulgan los fieles. Lo canta el coro, o también el coro o un cantor con el pueblo.
Tras la bendición, a la que el pueblo responde con un Amen, se nos da la despedida por el diácono o el sacerdote, al que se responde cantando el Demos gracias a Dios  y se comienza la procesión de salida, en la que no se contempla ningún canto, aunque también sea costumbre generalizada despedir al cortejo con un canto.
También hay que hacer notar que, en igualdad de circunstancias, el canto gregoriano tiene un puesto de honor entre todos los demás, seguido de la polifonía, sin que se excluyan otros géneros musicales. El instrumento musical por excelencia de la Liturgia es el órgano.
Los principales documentos sobre la música litúrgica que el siglo XX nos ha dejado son varios. Podemos citar:
* el motu propio Tra le Sollecitudini de san Pío X (22-11-1903)
* la encíclica Musicae Sacrae disciplina de Pío XII (25-12-1955)
* la Instrucción sobre la Música sagrada de la Sagrada Congregación de Ritos (3-9-1958)
* la Constitución Sacrosanctum Concilium del Vaticano II, la cual dedica su capítulo VI a la música.
* Como documento postconciliar destacaremos la instrucción Musicam Sacram (5-3-1967).

Para terminar podemos citar también las orientaciones que sobre música litúrgica nos da el Misal Romano (OGMR), el Orden de las Lecturas de la Misa (OLM), la Ordenación General de la Liturgia de las Horas (OGLH), el Ceremonial de los Obispos y la Instrucción sobre La Liturgia romana y la Inculturación (25-1-1994) así como el Cantoral Litúrgico Nacional, que recoge los principales cantos de la Misa para los diferentes tiempos litúrgicos y otros temas.