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17.1.09

LAS MANOS Y SUS ACCIONES CEREMONIALES

Todos los gestos litúrgicos ­­que se hacen con las manos son siempre muy significativos.
En ningún caso debe haber dudas acerca de la posición de las manos en cualquier momento de la celebración eucarística. Como norma general diremos que:
- en la procesión de entrada –o salida– las manos de los acólitos y concelebrantes van unidas a la altura del pecho por las palmas y el pulgar derecho sobre el izquierdo formando cruz
-cuando se lleva un objeto con una mano –incensario, naveta– la otra siempre descansa plana en el pecho con los dedos juntos con naturalidad
-cuando el celebrante, el diácono y los ayudantes están sentados las manos –con los dedos juntos– descansan sobre las rodillas, y los codos están doblados de un modo relajado.
En definitiva, el sacerdote, el diácono y los ayudantes deben observar la disciplina de «las manos juntas» mientras están en el presbiterio y en las proce­siones.
El celebrante realiza con sus manos más acciones ceremoniales que los demás ministros. Dentro de una lógica moderación, el celebrante puede mover las manos como desee en la homilía y cuando lee avisos. Pero no debe aña­dir gestos propios en otros momentos de la celebración eucarística. La OGMR regula todos los gestos e indica con precisión qué hacer con las manos en cada momento.
En el saludo «El Señor esté con vosotros», las manos, que estaban unidas, se abren. El gesto debe ser suave y transmitir una sensa­ción de reverencia y control, sin parecer brusco, mecánico o demasiado efusivo. Es un gesto que expresa paz e invitación a la oración y al reco­gimiento.
Las manos se extienden ceremonialmente durante el rezo de determinadas oraciones de petición de misericordia. Es un gesto de las primeras épocas de la Iglesia. Con el desarrollo de la Misa de cara al pueblo, este gesto se ha hecho más amplio y relajado pero puede llegar a ser exagerado. No es fácil normalizar este gesto como puede apreciarse en la concele­bración. Sin embargo, una solución ecuánime a este problema podría ser extender las manos con los dedos juntos, con elegancia y no con rigi­dez, y que las palmas estén en una posición abierta y natural, ligera­mente adelantadas en relación a los hombros, teniendo los codos cerca del cuerpo.
El celebrante y concelebrantes extienden las manos hacia adelante, las palmas hacía abajo, en la epíclesis de la Plegaría eucarística. Éste es un signo de invocación al Espíritu Santo, que tiene su origen en un gesto del Antiguo Testamento. Durante las palabras de la institución, los concelebrantes si el gesto parece oportuno, extienden su mano derecha hacia el Pan y hacia el cáliz.
En una bendición solemne u oración sobre el pueblo, las manos del sacerdote se extienden de la misma manera cara al pueblo, sí bien deberían estar un poco más elevadas, con las palmas hacía abajo.
En cambio, parece mejor evitar los siguientes gestos: la anti­gua práctica de manos enfrentadas, las palmas de cara al pueblo en una posición defensiva, un gesto casual que puede sugerir indiferencia o cansancio, un alargamiento o elevación excesiva de las manos (que no se puede mantener durante mucho tiempo), o mover las manos hacia arriba y hacia abajo a la par que se va leyendo.

8.1.09

LA CUESTIÓN DEL PRO MULTIS

Antes de comenzar este articulo sobre las palabras latinas “pro multis” y su traducción al español debemos advertir que esta cuestión sólo de manera tangencial es litúrgica –porque aparecen en las Plegarias eucarísticas– pero su calado es claramente teológico.
El titular puede resultar extraño a la mayoría de los lectores. ¿Qué es eso del “pro multis"? Pasamos a explicarlo.
La lengua oficial de la Iglesia es el latín. En esa lengua se publican todos los documentos oficiales que salen de la Santa Sede –encíclicas, decretos, libros litúrgicos, etc– y posteriormente se traducen a las lenguas vernáculas. En el Misal Romano, en la versión original en latín, en el momento de la consagración del Vino se dice literalmente

Accípite et bibite ex eo omnes:
hic est enim calix sánguinis mei
novi et aetérni testaménti,
qui pro vobis et pro multis effundétur
in remissiónem peccatórum.

La traducción al castellano –y a otras lenguas– se hizo así:

Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros y por todos los hombres
para el perdón de los pecados."

Seguramente que fueron motivos pastorales o catequéticos los que movieron a los traductores para traducir lo que significaba “por muchos” como “por todos”. En 2006[1] el cardenal Francis Arinze, prefecto de la Congregación del Culto Divino, escribió a todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo para informarles de que el "pro multis" de la fórmula de consagración del Vino será traducido "por muchos" y no "por todos". Para aquellos países en los que deba hacerse el cambio, caso de España, la carta del cardenal establece que los obispos preparen la introducción de la frase aprobada por los textos litúrgicos en el término de "el próximo año o dos". Ya ha transcurrido el plazo. ¿Qué hacer? ¿Son válidas las misas que se dicen con la traducción errónea? No olvidemos que las palabras de la institución son las más importantes y las mismas de todas las Plegarias eucarísticas existentes.
¿Significan tal vez que la redención no es universal, para todos los hombres? Nada de eso. Cristo murió por todos. En la carta citada se explica que “La expresión "por muchos", mientras permanece abierta a la inclusión de cada uno de los seres humanos, refleja, además el hecho de que esta salvación no es algo mecánico, sin el deseo o la participación voluntaria de cada uno. El creyente es invitado a aceptar por la fe el don que le es ofrecido y a recibir la vida sobrenatural que le dada a los que participan del misterio, viviéndolo como lo viven aquellos que están en el número de los "muchos" a los que se refiere el texto”.
Terminamos este farragoso asunto con algunas preguntas.
¿Deberán los sacerdotes hacer este cambio de inmediato?
De ninguna manera. No se hará cambio alguno hasta que la nueva traducción del Misal Romano haya sido aprobada por los obispos y confirmada por la Santa Sede. Por lo menos faltan varios años para completar el Misal.
¿Acaso son inválidas las Misas que han utilizado “por todos”?
De ninguna manera. “No existe duda alguna en relación a la validez de las Misas celebradas utilizando la fórmula aprobada debidamente que contiene una fórmula equivalente a “por todos”. En la carta en la que anunció el cambio, el cardenal Arinze aclara que “la fórmula por todos correspondería indudablemente a una interpretación exacta de la intención del Señor expresada en el texto.”
Termina la carta del cardenal Arinze con un pequeño tirón de orejas: “En concordancia con la Instrucción Liturgiam Authenticam, ha de hacerse un esfuerzo para ser más fieles a los textos latinos de las ediciones típicas”.




[1] CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUMProt. n. 467/05/L Roma, 17 de octubre de 2006