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29.11.09

CALENDARIO LITÚRGICO 2010

Hoy, veintinueve de noviembre de 2009, es primer domingo de Adviento. Comienza un nuevo Año litúrgico con las cuatro semanas de Adviento que nos llevarán al gozo de la Natividad del Señor. El tiempo de Adviento tiene un cierto carácter penitencial: no se dice el Gloria y las vestiduras son moradas.
Al comienzo de un nuevo Año litúrgico es útil relacionar las principales festividades del calendario litúrgico para el año 2010.

CELEBRACIONES MOVIBLES
Domingo 1º de Adviento: 29 de noviembre.
Sagrada Familia: 27 de diciembre.
Bautismo del Señor: 10 de enero. (comienza el Tiempo ordinario, primera parte)
Miércoles de Ceniza: 17 de febrero (comienza la Cuaresma)
Domingo de Ramos: 28 de marzo
Domingo de Resurrección: 4 de abril. (Pascua)
Ascensión del Señor: 16 de mayo.
Domingo de Pentecostés: 23 de mayo. (Rocío, comienza el Tiempo Ordinario segunda parte)
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote: 27 de mayo.
Santísima Trinidad: 30 de mayo.
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo: 6 de junio (Corpus. En Sevilla la procesión el jueves 3 de junio)
Sagrado Corazón de Jesús: 11 de junio.
Jesucristo, Rey del Universo: 21 de noviembre.

TIEMPO ORDINARIO
En el año 2010, el tiempo ordinario comprende 34 semanas, de las cuales seis se celebran antes de Cuaresma, desde el día once de enero, lunes siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor, hasta el dieciséis de febrero, día anterior al miércoles de Ceniza. Se reanuda el tiempo ordina­rio en la semana octava día veinticuatro de mayo, lunes después del domingo de Pente­costés. Se omitirá la séptima semana.

FIESTAS DE PRECEPTO EN ESPAÑA
1 enero Santa María, Madre de Dios.
6 enero Epifanía del Señor.
19 marzo San José, esposo de la Virgen María.
25 julio Santiago, apóstol.
15 agosto La Asunción de la Virgen María.
1 noviembre Todos los Santos.
8 diciembre La Inmaculada Concepción de la Virgen María.
25 diciembre La Natividad del Señor.
Todos los domingos del año.
Además cada diócesis debe añadir las fiestas que acuerde el Obispo.

El año 2010 es año par; el Leccionario dominical a usar es el correspondiente al ciclo C.
Los libros litúrgicos a emplear son: Misal Romano, Oración de los fieles, Libro de la Sede y los Leccionario III –ciclo C–, Leccionario IV –ferias del Tiempo ordinario–, Leccionario V –santos–Leccionario VII –ferias de los tiempos fuertes Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua– y Leccionario VIII –rituales–.

DÍAS DE PENITENCIA
Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por la ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles, de manera especial, a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen (canon 1.249).
En la Iglesia universal son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el Tiempo de Cuaresma (canon 1.250). Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guar­darse la abstinencia de carne o de otro alimento que haya determi­nado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo {canon 1.251).
La ley de abstinencia obliga a los que han cumplido los catorce años; la ley del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden, sin embargo, los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber al­canzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia (canon 1.252).
Normas de la Conferencia Episcopal Española
a) Se retiene la práctica penitencial tradicional de los viernes del año, consistente en la abstinencia de carnes; pero puede ser sustituida, según la libre voluntad de los fieles, por cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia: lectura de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno es­time en conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras de piedad (participación en la Santa Misa, rezo del Rosario, etcétera) y mortificaciones corporales. Sin embargo, en los viernes de Cuaresma debe guardarse la absti­nencia de carnes, sin que pueda ser sustituida por ninguna otra práctica. El deber de la abstinencia de carnes dejará de obligar en los viernes que coincidan con una solemnidad y también si se ha obtenido la legítima dispensa.
b) En cuanto al ayuno que ha de guardarse el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, consiste en no hacer sino una sola comida al día; pero no se prohíbe tomar algo de alimento a la mañana y a la noche, guardando las legítimas costumbres res­pecto a la cantidad y calidad de los alimentos
Fuente: Calendario Litúrgico Pastoral 2010. Edita Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia

24.11.09

LA CREDENCIA

La palabra credencia viene de «credere», confiar. Se denomina así a la mesita lateral o repisa que se sitúa a la derecha del altar, en un lado del presbiterio, donde se colocan hasta que hagan falta los elementos de la celebración: el cáliz, el corporal, el purificador, la palia si se usa, la patena y los copones necesarios, el pan de la comunión, las vinajeras con vino y agua (salvo que se lleven en la procesión de las ofrendas), y los elementos para el lavabo. Asimismo, en la credencia estará el Misal y las campanillas y la bandeja de la comunión, si se usan. Debe ser por lo tanto de un tamaño y altura adecuados, que permita que cumpla con esa función.
La credencia debe tener un mantel digno y no debe tener velas ni flores (al igual que la mesita que se prepara cuando hay procesión de ofrendas y los fieles llevan el pan y el vino al altar).
El altar debe permanecer vacío y no llevarse nada hasta que se necesite, incluido el Misal, que se lleva tras la oración de los fieles. Solamente se coloca desde el principio el Evangelario, si se ha llevado en la procesión de entrada, hasta la proclamación del mismo, momento en el que se lleva procesionalmente al ambón. Al terminar la proclamación del Evangelio el libro se retira a un lugar digno (si oficia el obispo se le llevará a besarlo y a impartir con él la bendición).
En la credencia se deben purificar los vasos sagrados tras la comunión por un acólito –mejor que en el altar– y también se puede preparar el cáliz por el diácono antes de llevarlo al altar.
Así pues estamos ante un mueble litúrgico de cierta importancia que hay que cuidar evitando colocar sobre ella cualquier objeto que no sirva para el culto.

10.11.09

LA CELEBRACIÓN DE LA MISA FUERA DE UN LUGAR SAGRADO

Comenzamos este artículo con una pregunta. ¿Puede y es lícito celebrarse la Misa fuera de un templo, al aire libre, en un edificio o en un domicilio particular?. La respuesta es sí, pero con unos requisitos que ahora analizamos.
El sacrificio del Señor se ofrece, como norma general, en un lugar sagrado, entendiéndose por tal un templo debidamente consagrado. Ahora bien, por justa causa o necesidad se puede celebrar en otro lugar, que debe ser adecuado (por ejemplo un cementerio al aire libre o las llamadas misas de campaña). Vemos ahora que significa adecuado y que requisitos requiere la celebración fuera de un templo.
La Misa se celebra normalmente en un altar que ha debido ser dedicado o bendecido; fuera de un lugar sagrado puede celebrarse en una mesa apropiada pero siempre con ornamentos de altar (mantel) y con corporal.
Por tanto, para no perder el significado de la celebración eucarísti­ca, el celebrante debe asegurarse de que se cumplen todos los requisi­tos necesarios para oficiar la Misa fuera del lugar sagrado: deberá determinar en primer lugar si es realmente necesario usar ese lugar como lugar sagrado. Si hubiese una iglesia o capilla cercana nada puede justificar el uso de otros lugares (una clase, sala de conferencias, auditorio y similares).
Una vez decidido que el lugar es adecuado para la celebración de la Eucaristía debe tener muy en cuenta que no deben utilizarse para la celebración comedores y mesas en los que de ordinario se coma, dejando esta posibilidad como la última de las existentes. Una mesa «apropiada» debe­rá ser una que tenga una superficie lo suficientemente amplia para contener los vasos sagrados, misal, cruz y velas; que sea lo suficientemente alta para que el sacerdote pueda estar de pie delante de ella durante la celebración (por tanto, una mesilla o similar no es apropiada); estar limpia y que no se relacione con usos que puedan inducir a escándalo o al ridículo. Se pondrá una sede digna para el celebrante cerca del altar y en la medida de lo posible se empleará un atril portátil. Si la ocasión es solemne debe cubrirse el altar con un dosel a modo de techo.
Los requisitos básicos para la Misa son: lienzos dignos para el altar, vasos para el vino y el agua, un cuenco para lavar las manos del sacerdote, una toalla de mano y en o cerca del altar, un crucifijo y velas. Por lo general, el sacerdote aportará el pan y el vino, cáliz, patena, cor­poral, purificador y los ornamentos: alba, estola y casulla, misal y leccionario.
Donde el Ordinario lo permita y con el permiso del párroco, la Misa podrá celebrarse en un domicilio particular. Durante una Misa doméstica (generalmente por causa de enfermedad grave de algún residente) deberán ayudar como lectores y ayudantes algunos de los miembros de la fami­lia. Se exhortará a todos los familiares a preparar las mejores ropas, vasos, etc., para el honor de Dios. Pueden, de acuerdo con sus recursos, colocar flores frescas en o cerca del altar y si es costumbre también se puede colocar en el altar una imagen sagrada a la que tengan gran devoción.
Cuando la Misa se celebra al aire libre se deben tomar precauciones razonables para evitar los efectos del polvo, el viento o el clima, colocando pesos en los lienzos del altar o cubriendo el cáliz con un paño adecuado. La patena deberá tener una cubierta y se permite colocar un disco metálico sobre la Hostia durante la celebración para evitar que vuele. Asimismo el copón deberá tener una cubierta segura o bien podrá taparse con una cubierta plana durante la distribución de la Comunión. Por último es de sentido común poner cristales protectores en los cirios y proteger los micrófonos contra los efectos del viento.