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19.9.09

LAS INSIGNIAS PONTIFICALES

Se conocen por ese nombre a los objetos distintivos que identifican al pontífice, o sea, al obispo y que son: anillo, báculo, mitra, solideo, cruz pectoral, palio y capa magna como más significativos.
Los obispos –del griego skopos=vigilar– son sucesores de los apóstoles, por lo cual siempre el pueblo cristiano y la liturgia les ha cedido un lugar de honor destacado. El obispo debe ser considerado como el gran sacerdote de la grey ya que ha recibido la totalidad del sacerdocio de Cristo. La ordenación de diáconos, sacerdotes y obispos pertenece únicamente a los obispos. Solo el papa tiene autoridad para elegir nuevos obispos.
Los obispos son pastores en su diócesis, en comunión con el Papa, Vicario de Cristo. Por si solos, los obispos y las conferencias episcopales no poseen el carisma de la infalibilidad.
Como signos materiales que les distinguen figura en primer lugar el anillo episcopal. En la antigüedad, el anillo era signo de autoridad, ya que con el anillo se sellaban los documentos y órdenes. Hoy significa el matrimonio del obispo con su Iglesia. Debe llevarlo siempre.
El báculo, bastón con forma curva en el extremo superior en la que se graban figuras, pasajes bíblicos o símbolos cristianos, simboliza el cayado del pastor y es signo de la autoridad episcopal.
La mitra es un ornamento usado, además de los obispos, también por el Papa y abades de la Iglesia. Es un signo de dignidad episcopal junto con el báculo. Se usa en las grandes ceremonias donde el obispo presida. Es prenda de cabeza con forma cónica llevando una hendidura en el centro y dos cintas pequeñas que cuelgan a la espalda llamadas ínfulas. El Ceremonial de los Obispos dispone que el obispo, antes de acercarse al altar, entregue el báculo, se quite la mitra, haga profunda reverencia al altar y enseguida suba y bese el altar. Si hay incensario inciensa el altar y la cruz, para dirigirse a la Sede.
El solideo es una prenda episcopal, usada únicamente por el Papa, cardenales y obispos. El del Papa es blanco, el de los cardenales rojo y el de los obispos es morado. Lo usan sobre la cabeza en las principales ceremonias como signo del episcopado.
La cruz pectoral o pectoral como normalmente se le conoce probablemente proviene de las eucoplías o láminas de metal en forma de cruz que contenían las reliquias de los mártires. La llevan los obispos y el Papa. La cruz pectoral se sostiene con una cadenilla colgando del cuello y siempre debe llevarla.
El palio es una banda de lana blanca con seis cruces negras que rodea los hombros, colgando por delante y por detrás. Se fabrica con lana de cordero y se bendicen en la basílica Vaticana en la Misa de la festividad de los Apóstoles Pedro y Pablo. Como símbolo de la plenitud de la dignidad pontifica es una insignia honorífica y jurisdiccional propia del Papa y de los arzobispos que simboliza al Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. A veces se concede también a algunos obispos o sedes episcopales. El arzobispo residencial que haya recibido ya del Romano Pontífice el palio, lo lleva sobre la casulla, dentro del territorio de su jurisdicción.
La capa magna, en desuso, es una capa violácea, sin armiño, y que sólo puede ser usada en su diócesis y en las festividades más solemnes. También pueden usar sandalias, medias y guantes del color litúrgico del día.
El hábito coral del obispo, tanto en su diócesis como fuera de ella, consiste en sotana color morado, una banda de seda del mismo color con los flecos de seda, roquete, muceta de color morado, cruz pectoral sostenida sobre la muceta por un cordón color verde, solideo color morado y los bonetes del mismo color.
Las vestiduras de los obispos, fuera de las celebraciones litúrgicas y en circunstancias solemnes, consta de sotana negra adornada con ribetes, ojales, botones de color morado, faja de color morado con flecos de seda y una capa corta (esclavina), también adornada con ribetes morados.
Durante la Misa, el obispo lleva estola y casulla, pudiendo llevar debajo la dalmática o tunicela, como símbolo de la plenitud de su ministerio.

6.9.09

LA POSTRACIÓN

La palabra postración proviene del latín «pro-sternere», extender por tierra. Es una de las posturas más impresionantes empleadas en nuestra liturgia. Consiste en que una persona se tumba en el suelo –decúbito prono, o sea, boca abajo– y permanece así durante un determinado espacio de tiempo.
Esta postura corporal tan evidente es un signo claro de humildad, penitencia y súplica ante Dios.
En el Antiguo Testamento vemos como Abraham “cayó rostro en tierra y Dios le habló” (Gn 17,3), o como los hermanos de José “se inclinaron rostro en tierra” para mostrarle respeto y pedirle perdón. (Gn 42,6; 43,26-28; 44, 14). También Moisés “cayó en tierra de rodillas y se postró”ante el Dios de la Alianza" (Ex 34,8).
La postración aparece en el Nuevo Testamento cincuenta y nueve veces. En ocasiones aparece en narraciones de acontecimientos que ocurrieron; en otras, como en el Apocalipsis, son figuras metafóricas de adoración, pero no por ello menos apreciables. De todas ellas, la más impresionante es la oración del propio Jesús a Dios Padre en el Huerto de los Olivos, previa al prendimiento: dos evangelistas –San Mateo y San Marcos – coinciden en afirmar que rezó postrado (cayó de bruces, Mt 26,39; Mc 14, 35;). Para Lucas oró de rodillas (Lc 22, 41).
Así pues, la postración es una postura perfectamente documentada como signo litúrgico. Los que afirman que es una postura poco evangélica se equivocan. Hoy día nuestra sociedad acepta sin problemas la espiritualidad de determinadas posturas corporales en filosofías y credos orientales (budismo, yoga, hinduismo por citar algunos ejemplos) y sin embargo no se quiere reconocer ese valor en los signos litúrgicos cristianos, debido tal vez a una identificación de las posturas tales como arrodillarse o postrarse como una humillación o falta de libertad.
Hoy día, la postración se repite en la liturgia del Viernes Santo, cuando el sacerdote que preside la celebración entra en silencio y se postra –si puede o bien se arrodilla– mientras la comunidad se arrodilla.
También se postran los que van a ser ordenados para diáconos, presbíteros u obispos, mientras el pueblo entona las letanías de los santos orando sobre ellos. Los candidatos al sacramento se postran en tierra, mostrando su total disponibilidad y preparándose para recibir la gracia del Espíritu.
De igual modo se hace en la bendición de abad o y en las profesiones solemnes de los religiosos, si la costumbre se ha conservado.
Para finalizar digamos que la postración es una postura que también emplean otras religiones con profusión, como el Islam.