El día 15 de septiembre la Iglesia celebra, como memoria obligatoria, la «Bienaventurada Virgen María de los Dolores».
La Liturgia de ese día contempla, como
opcional, la recitación o canto de una Secuencia, unos versos conocidos como Stabat Mater.
Los versos del Stabat Mater componen una de las cuatro secuencias
que la Liturgia hoy día ha conservado en la misa.
En su origen, la secuencia era una
composición litúrgico musical, que surgió como la prolongación del Aleluya,
como una larga vocalización de la «a» final del Aleluya. Al ser de tono festivo
se llamaron inicialmente jubilus, y más tarde se llamaron sequentia, porque eran como una continuación del canto del
Aleluya. El momento de mayor florecimiento de estas composiciones litúrgicas
fue durante los siglos de la Edad Media, donde fueron muy abundantes.
Del jubilus se pasó a un nuevo texto melódico, la sequentia cum prosa,
que solía separarse en versos pero desiguales y sin forma rítmica, y se
cantaban alternativamente por dos coros, uno de voces blancas y otro de hombres.
En el siglo XI se da lugar a una forma más
independiente del Alleluia y ya como poesía rítmica. Surgen las Secuencias
que hoy conocemos, de las cuales, la más popular es el Victimae Paschali, atribuida
a Wipo de Burugundia († 1048).
Las Secuencias gozaron del favor popular, por su forma
simple, silábica, sin la complicación de los interminables jubilus melismáticos,
de más difícil ejecución. Las Secuencias se prestaban al canto colectivo, tanto
dentro como fuera de la iglesia. Por
este motivo, las Secuencias dieron un gran impulso a lo que hoy llamamos canto religioso popular, es decir los cantos
populares de Misa, conformando uno de los tres géneros de la música litúrgica,
junto con la polifonía sacra y el gregoriano, que ocupa el primer lugar.
El papa san Pío V (1570), dejó solamente cuatro Secuencias
para la Liturgia: Victimae Paschali para la Pascua; Veni Sancte Spiritus para
Pentecostés; Lauda Sion para el Corpus Christi y el Dies Irae para las misas de Requiem de difuntos. Posteriormente se añadió por Benedicto XIII el Stabat Mater, para la memoria
de Nuestra Señora de los Dolores que hoy se celebra el 15 de septiembre. En la
actual reforma litúrgica se suprimió el Dies
Irae, tal vez por su tono
apocalíptico, quedando como secuencias obligatorias solamente la de Pascua y la
de Pentecostés, y las otras dos ad
libitum. La Secuencia,
que fuera de los días de Pascua y Pentecostés, es facultativa, se canta antes
del Aleluya[1].
La secuencia del Stabat Mater se conoce con ese
nombre porque sus primeros versos comienzan así:
Iuxta crucem
lacrimosa,
Dum pendebat
filius.
Estaba la Madre sufriendo
llorando junto a la cruz
de la que pendía su Hijo.
Toda
la Secuencia la forman unos versos bellísimos y expresivos que se atribuyen al
poeta y fraile
franciscano Jacopone da Todi (†1306). Esta plegaria, que comienza en latín con
las palabras Stabat Mater dolorosa
medita sobre el sufrimiento de María, la Madre de Jesús, durante la crucifixión
de su Hijo y el inmenso dolor y traspaso que padece al ver a su Hijo colgado de
la Cruz. Iconográficamente se representa esta escena con la Virgen arrodillada
o en pie, sola ante la Cruz con su Hijo crucificado. Esa dolorosa escena es
fuente inagotable de meditaciones y sermones, muy propios de Cuaresma y Semana
Santa. No confundirlo con la escena, muy parecida, de la Soledad de María, que aparece
sola ante la Cruz vacía o con el sudario.
El Stabat Mater ha tenido también una gran repercusión en el campo del
arte, tanto en la pintura y la escultura como en la música, siendo innumerables
las composiciones y los autores que han armonizado esos patéticos versos. Por
citar a algunos nombraremos a Pergolesi (el más famoso), Vivaldi, Palestrina,
Scarlatti o Haydn así hasta sumar decenas y decenas de composiciones musicales.
Litúrgicamente, en la actualidad se sitúa su canto o
recitación antes del Aleluya, no detrás, como fue en su origen. Y surge una
pregunta: ¿Qué postura corporal debemos adoptar los fieles durante la Secuencia?
Actualmente la OGMR no aclara nada, por lo que parece que se debería
cantar o escuchar su recitado estando sentados.
¿Se trata de una laguna normativa? Es evidente que no
se la menciona. Ahora bien, en realidad, la Secuencia tiene un carácter
meditativo, es una recreación de tipo dramático del misterio que se celebra, y
como tal, debe cantarse u oírse sentados. En conclusión, si vamos al espíritu, las
Secuencias deberían cantarse o escuchar su recitado de pie; si estamos a las
normas actuales, hay que cantarlas u oírlas sentados, más por deducción que
por claridad en la norma.