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19.7.23

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (VIII)

Continuamos esta serie de artículos dedicados al culto a la Virgen viendo el tercer dogma relacionado con la Virgen que se celebra como solemnidad.

La Asunción de la Virgen (15 de agosto) fue declarada dogma de fe el 1 de noviembre de 1950 por Pío XII, con estas palabras: Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (Constitución Apostólica Munificentissimus Deus). El sentido de esta fiesta es que María asunta al cielo personifica el estado de gloria que tiene todos los que, como Ella, murieron en Cristo.

La MC dice al respecto: En la solemnidad del 15 de agosto celebramos la gloriosa Asunción de María al cielo, fiesta en la que recordamos su destino de plenitud y bienaventuranza, la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, su perfecta configuración con Cristo resucitado. Fiesta que propone a la Iglesia y a la Humanidad la imagen y la consoladora garantía del cumplimiento de la esperanza final. Pues dicha glorificación plena es el gozoso destino de todos aquellos a quienes Cristo ha hecho hermanos, teniendo en común con ellos la carne y la sangre (MC 6).

Esta creencia ya se venía aceptando desde el siglo VI, muy relacionada con la fiesta de la Dormición celebrada desde muy antiguo en las iglesias orientales. Desde el siglo VI se celebraba una fiesta en Jerusalén que pasaría a Occidente con el nombre de la Dormición de Santa María.

Además podemos añadir algunas fiestas del Señor, pero con gran contenido mariano, que son dos. Por un lado está la fiesta de la Presentación del Señor (Candelaria) que es hoy una festividad del Señor y así la ha retomado últimamente la liturgia, aunque su componente mariano (Purificación de la Virgen a los cuarenta días del parto) ha tenido bastante peso. Es también una de las más antiguas y en Occidente se celebra desde el siglo VII. La Purificación ya se celebraba en el rito judío a los 40 días del parto, o sea, en la cuarentena. Ese día, para cumplir la Ley Mosaica, los varones primogénitos debían ser ofrecidos a Dios y presentados en el Templo. La fecha católica de su celebración es la del 2 de febrero, a los 40 días después de Navidad y en esa fiesta conjuntamente recordamos la Presentación del Señor y la Purificación de la Virgen entendiendo esta purificación en lo referido a María como un trámite puramente legal que las mujeres judías debían cumplir según la ley mosaica. Es la fiesta de la Candelaria, así llamada por la velas que se encienden ritualmente ese día para indicar que Cristo es la luz de las naciones. En Jerusalén era la fiesta del Hypapante, del encuentro.

La Anunciación del Señor, el 25 de marzo, se celebra a los nueve meses antes del parto, que será el 25 de diciembre. Hoy es una solemnidad del Señor, pero con una gran contenido mariano que tiene en la Encarnación una de las imágenes más populares de la iconografía católica. La Iglesia ha celebrado este misterio en Adviento, fijándolo posteriormente, por razones cronológicas, nueve meses antes del Nacimiento. Actualmente la solemnidad se llama «Anunciación del Señor» y se puede considerar una fiesta conjunta de Cristo y la Virgen: del verbo que se hace Hijo de María y de la Virgen que se convierte en Madre de Dios (MC 6).

En próximos artículos abordaremos las fiestas de la Virgen y sus memorias.

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