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18.7.23

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (VII)

Siguiendo con las solemnidades de la Virgen ahora abordamos el de su  Inmaculada Concepción, creencia piadosa defendida expresamente en Sevilla desde el siglo XVI y declarado dogma por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 mediante la Bula Ineffabilis Deus, día en que se celebra su solemnidad. Esta creencia está íntimamente ligada a la historia de muchas hermandades sevillanas, especialmente a la de Jesús Nazareno (vulgo el Silencio).  Sixto IV introdujo esta fiesta en el calendario romano en 1476. En el Misal de san Pío V figuraba sólo como memoria y no será hasta Pío IX en 1854 cuando se proclame como dogma y se celebre como solemnidad.

La concepción inmaculada de María era especialmente defendida por los franciscanos, siguiendo las enseñanzas de Duns Scotto, y era combatida por los dominicos  que seguían la enseñanza de Santo Tomás en el sentido de que sólo Cristo había estado libre del pecado original y que la Virgen fue purificada en el momento de su concepción. Si Cristo redimió a todos los hombres (redención universal) también redimió a María y si Ella no tuvo pecado original entonces ¿cómo pudo ser redimida? Este razonamiento tomista implicaba que para que la redención fuese universal debía abarcar a toda la Humanidad incluyendo a la Virgen y para que Ella fuera redimida debía haber tenido al menos el llamado «pecado original» que todos los humanos, por el hecho de serlos, traemos al mundo y que se borra con el bautismo.

El dogma hay que entenderlo como un privilegio especial concedido a su Madre, ya que la Virgen tuvo una «redención profiláctica»: Cristo impidió que tuviese pecado pero ese hecho la Virgen se lo debe a Él, luego Ella fue también redimida, aunque de otra forma que el resto de los mortales (como el médico que cura al enfermo o impide preventivamente que alguien contraiga la enfermedad: en ambos casos el médico es quien cura).

En Sevilla hubo grandes controversias sobre el tema llegando a tomar esta idea proporciones de manifestaciones populares cuando en el sevillano convento de Regina, de frailes dominicos un 8 de septiembre de 1613, fiesta de la Natividad de la Virgen, un fraile profeso de ese convento se atrevió a afirmar públicamente que la Virgen María no había sido concebida sin pecado original sino que había sido concebida como ustedes y como yo y como Martín Lutero y que fue santificada después de nacer, contra la opinión extendida en la ciudad a favor de la defensa de la Inmaculada Concepción de María. Este sermón fue al parecer la chispa de un movimiento inmaculadista sin precedentes en la ciudad, que originó innumerables votos, procesiones y funciones a su favor. Incluso se escribieron unas letrillas que pronto se hicieron populares y que decían así:

                                       Aunque se empeñe Molina

                                       y los frailes de Regina

                                       al prior y al provincial,

                                       y al padre de los anteojos

                                       (tenga sacados los ojos

                                       y él colgado de un peral)                                       

                                       María fue concebida

                                       Sin pecado origina

Duros versos que dan una idea de la defensa acérrima de la Pura Concepción de María.

La llamada pía opinión, defensora de la idea de que la Virgen había sido concebida sin pecado original, era claramente defendida por los franciscanos (Duns Scoto), en unos debates que nacen en el siglo XII y en Sevilla era opinión mayoritaria como demuestra el hecho de que  el Cabildo de la catedral celebrara  la fiesta de la Inmaculada desde 1369. Scoto razonaba de la siguiente manera: dado que las Escrituras no aclaran si la Virgen fue o no concebida sin pecado original y que las opiniones sobre este tema pueden ser tres, él defendía la más favorable a la Virgen. Las tres opiniones se resumen en que o bien la Virgen fue concebida por sus padres, Joaquín y Ana, sin pecado original (pía opinión), o bien fue concebida con pecado original y purificada nada más nacer o que fue concebida con pecado original y fue purificada posteriormente.

En 1615 el movimiento inmaculadista en Sevilla llegó a tomar tintes casi de revuelta popular yendo una embajada a Roma encabezada por Mateo Vázquez de Leca y Bernardo del Toro para influir en el Papa al objeto de conseguir la proclamación del dogma, cosa que no lograron de Paulo V pero si al menos que no se defendiera en público la opinión contraria mediante la renovación que hizo el Papa de la Constitución de Sixto IV sobre la Concepción Inmaculada. Esto sucedió el 8 de diciembre de 1616. El poeta Miguel Cid compuso los famosísimos versos en defensa de la Inmaculada: Todo el mundo en general, a voces, Reina escogida, diga que sois concebida sin pecado original.

La posterior Bula de Clemente XIII de 14 de marzo de 1767 por la cual se declaraba a la Inmaculada Patrona principal y Universal de España y las Indias supuso un gran avance en la proclamación del dogma, ya en el S. XIX.

Esta solemnidad, en la que se permite el color azul en los ornamentos, se celebra justo nueve meses antes de la fiesta que celebra el nacimiento de la Virgen, la Natividad de María el 8 de septiembre, los nueve meses que van de la concepción al nacimiento.

 

1 comentario:

Jesús Luengo Mena dijo...

En el próximo artículo abordaremos el dogma de la Asunción de la Virgen.