Vamos, a través de una serie de artículos, a analizar la Liturgia sacramental, primero lo que tienen en común todas las celebraciones sacramentales y luego uno a uno.
La palabra "liturgia" significa originariamente "obra o quehacer público", "servicio de parte y en favor del pueblo". En la tradición cristiana quiere decir que el Pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. Por la Liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote continúa en la Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención. La Liturgia es un lugar privilegiado para la catequesis del Pueblo de Dios y mediante la Liturgia Cristo se hace presente y comunica su obra de salvación "hasta que Él venga". Toda la vida litúrgica de la Iglesia gravita en torno al sacrificio eucarístico y los sacramentos.
La presencia de Cristo se hace patente:
* en el sacrificio de la Misa tanto en la persona del ministro como bajo las especies eucarísticas
* está presente en su Palabra
* está presente en todos los Sacramentos
* se hace presente en el pueblo, congregado en su nombre.
En todos los Sacramentos se celebra el memorial del Misterio de la salvación, el recuerdo pascual está siempre presente como algo intrínseco y sin lo cual quedarían vacíos de contenido.
Los elementos comunes a todos los Sacramentos son:
La Palabra de Dios
La Bendición
La Anamnesis
•La Epíclesis (invocación) que junto con la anterior es el centro de toda celebración sacramental, muy particularmente de la Eucaristía.
Dentro de la Liturgia sacramental hay que delimitar claramente una serie de cuestiones, a saber:
quien celebra
como celebrar
cuándo celebrar
dónde celebrar
Vamos brevemente a contestar a estas cuestiones.
¿Quién celebra? La respuesta es clara y rotunda: Cristo. La Liturgia es acción del Cristo total, y los celebrantes participan por tanto de la liturgia celestial. Cristo es el único sacerdote. Una vez dicho esto es evidente que no todos los miembros de la iglesia tienen la misma función. Cada uno debe hacer lo propio y no lo de los demás. Partiendo de este principio ya expuesto claramente en la Sacrosantum Concilium (SC 28) hay que decir que el ministro por excelencia de las celebraciones sacramentales es el sacerdote, el presbítero ordenado como icono de Cristo Sacerdote, aunque en ocasiones hay ministros extraordinarios que pueden suplir algunas funciones en casos que determine la Iglesia (Bautismo por ejemplo en casos de extrema necesidad) y también existen Ministerios particulares que no precisan del Sacramento del orden (acolitado, lectorado) y que tienen sus funciones bien delimitadas.
¿Cómo celebrar? A esta cuestión se responde que para celebrar usamos signos y símbolos, palabras y acciones, canto y música, imágenes sagradas.
Partir el pan, lavarse, ungir, el fuego, el agua, el incienso, los gestos, etc son las formas que usa la Liturgia para hacer visible el misterio pascual ya que el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás.
La Liturgia de la Palabra es parte integrante de las celebraciones sacramentales. Los signos de la Palabra deben ser puestos de relieve: el Leccionario o Evangelario se veneran, se inciensan y se proclaman desde su sitio adecuado y exclusivo que debe ser el ambón.
También el canto y la música son signos que deben ser expresivos, colectivos y solemnes según la ocasión. Las imágenes sagradas también son iconos de Cristo. En definitiva, todos los signos de la celebración litúrgica deben hacer referencia a Cristo.
La presencia de Cristo se hace patente:
* en el sacrificio de la Misa tanto en la persona del ministro como bajo las especies eucarísticas
* está presente en su Palabra
* está presente en todos los Sacramentos
* se hace presente en el pueblo, congregado en su nombre.
En todos los Sacramentos se celebra el memorial del Misterio de la salvación, el recuerdo pascual está siempre presente como algo intrínseco y sin lo cual quedarían vacíos de contenido.
Los elementos comunes a todos los Sacramentos son:
La Palabra de Dios
La Bendición
La Anamnesis
•La Epíclesis (invocación) que junto con la anterior es el centro de toda celebración sacramental, muy particularmente de la Eucaristía.
Dentro de la Liturgia sacramental hay que delimitar claramente una serie de cuestiones, a saber:
quien celebra
como celebrar
cuándo celebrar
dónde celebrar
Vamos brevemente a contestar a estas cuestiones.
¿Quién celebra? La respuesta es clara y rotunda: Cristo. La Liturgia es acción del Cristo total, y los celebrantes participan por tanto de la liturgia celestial. Cristo es el único sacerdote. Una vez dicho esto es evidente que no todos los miembros de la iglesia tienen la misma función. Cada uno debe hacer lo propio y no lo de los demás. Partiendo de este principio ya expuesto claramente en la Sacrosantum Concilium (SC 28) hay que decir que el ministro por excelencia de las celebraciones sacramentales es el sacerdote, el presbítero ordenado como icono de Cristo Sacerdote, aunque en ocasiones hay ministros extraordinarios que pueden suplir algunas funciones en casos que determine la Iglesia (Bautismo por ejemplo en casos de extrema necesidad) y también existen Ministerios particulares que no precisan del Sacramento del orden (acolitado, lectorado) y que tienen sus funciones bien delimitadas.
¿Cómo celebrar? A esta cuestión se responde que para celebrar usamos signos y símbolos, palabras y acciones, canto y música, imágenes sagradas.
Partir el pan, lavarse, ungir, el fuego, el agua, el incienso, los gestos, etc son las formas que usa la Liturgia para hacer visible el misterio pascual ya que el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás.
La Liturgia de la Palabra es parte integrante de las celebraciones sacramentales. Los signos de la Palabra deben ser puestos de relieve: el Leccionario o Evangelario se veneran, se inciensan y se proclaman desde su sitio adecuado y exclusivo que debe ser el ambón.
También el canto y la música son signos que deben ser expresivos, colectivos y solemnes según la ocasión. Las imágenes sagradas también son iconos de Cristo. En definitiva, todos los signos de la celebración litúrgica deben hacer referencia a Cristo.
¿Cuándo celebrar? Para temporizar el "círculo anual" está el año litúrgico, con sus tiempos llamados fuertes(Adviento-Navidad y Cuaresma-Semana Santa-Tiempo Pascual) y las diferentes solemnidades y fiestas que se van intercalando a lo largo del año.
¿Dónde celebrar? Aunque en rigor el culto no está ligado a un lugar exclusivo, en el templo es donde por lo general se debe celebrar y donde se reserva la Eucaristía. En la casa de oración se debe disponer del altar, el tabernáculo, el ambón, la sede, y debe reservar un lugar para algunas celebraciones sacramentales como la penitencia, o el bautismo.
Jesús Luengo Mena, Lector instituido
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