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17.11.06

FUNCIONES DEL CUERPO DE ACÓLITOS EN LAS HERMANDADES Y COFRADÍAS II

Antes de ponerse en marcha la procesión de entrada hacia el altar para comenzar la Eucaristía el turiferario ofrece al presidente el incensario para que imponga el incienso.
Acto seguido comienza la procesión de entrada por este orden: turiferarios, crucífero con dos ceroferarios a ambos lados o portadores de ciriales, siguen los demás ministros y el diácono (si lo hay), que porta el Evangeliario en alto. Si no hay diácono puede portarlo un acólito o un lector instituido, siguen los concelebrantes siempre de dos en dos y el presidente sólo. Cierra la procesión el maestro de ceremonias y los ministros del libro, mitra y báculo (si preside el obispo). Los concelebrantes y ministros, cuando van caminando en procesión o están de pie deben tener ante el pecho las palmas extendidas y juntas, el pulgar de la mano derecha sobre el pulgar de la izquierda formando una cruz.
Al llegar al altar el turiferario se coloca a la izquierda y entrega al presidente el incensario para la incensación del altar, la Cruz y la imagen solemnemente expuesta. Los ceroferarios han colocado mientras los ciriales en un sitio dispuesto para ello. Como norma general se debe considerar que los acólitos que lleven algo en las manos no hacen reverencia ni genuflexión al llegar al altar. El Evangeliario se coloca sobre el altar, cerrado. Cuando los acólitos están en el presbiterio han de cuidar de no tener sus asientos en el mismo rango que los diáconos y los presbíteros, no siendo correcto que se coloquen directamente al lado del celebrante salvo que estén sirviendo el libro. Permanecen en su sitio hasta el Evangelio, al que sólo acude en procesión el turiferario, que ofrecerá el incensiario al diácono o concelebrante tras las palabras “Lectura del santo Evangelio según...” para que inciense al Evangeliario y también dos ceroferarios que se colocan a ambos lados del ambón con los ciriales en alto permaneciendo así hasta el final del mismo.
Siempre el acólito debe esperar a que el Presidente bendiga el incienso recién añadido antes de retirarse. Mientras se proclaman las lecturas todos deben mirar hacia el ambón, nunca al pueblo. El turiferario puede presentar el incensario al Presidente para que añada incienso mientras se entona el Aleluya. Nunca debe el acólito hacer esperar a los celebrantes y siempre es preferible que esté esperando el acólito a que haga esperar a los celebrantes. Terminado de proclamar el Evangelio todos vuelven a su lugar dejando al sacerdote solo para la homilía o bien pueden volver a la sacristía en procesión hasta que termine la homilía. La manera más correcta de tener las manos durante los momentos en que se está sentado es colocadas sobre las rodillas, tanto los acólitos como los ministros incluido el obispo salvo que lleve el báculo.

En la preparación del altar uno de los acólitos lleva el cáliz y la patena con las formas y los corporales que extiende sobre el altar. Otro lleva las vinajeras presentando primero la del vino con la mano derecha y retirándola con la izquierda procurando ofrecer el asa al sacerdote. Igual hace con la del agua. Estas tareas también las pueden hacer otras personas como el diputado de cultos o persona que expresamente quede encargada de ayudar a preparar la mesa, ya que en la práctica el cuerpo de acólitos se limita a una función ceremonial salvo el turiferario, que quizás sea el acólito que tenga una participación más dinámica.
En el Ofertorio para la incensación de las ofrendas se procede como antes dijimos en lo referente a añadir incienso. En este momento de la Misa se inciensa por parte del Presidente a las ofrendas, al altar, la Cruz y finalmente el acólito inciensa al Presidente y al pueblo. También a veces es costumbre incensiar a los miembros de la Junta de Gobierno que de manera corporativa presiden en una mesa la representación oficial de la Hermandad. Se debe hacer inclinación profunda de cabeza antes y después de incensiar, ya sea a personas o imágenes. Terminada la incensación dos acólitos de dirigen al altar con el lavabo: uno porta el manutergio y a su izquierda el del lavabo aunque este rito es optativo y cada vez se hace menos. Al llegar al Sanctus los ceroferarios toman los ciriales y se dirigen en procesión al pie del presbiterio. Allí permanecen con los ciriales en alto hasta que termine la Plegaria eucarística con el Amen conclusivo de la doxología final para marchar de nuevo a sus puestos. El turiferario se sitúa de rodillas ante el altar para incensiar, con tres golpes dobles, al Pan y al Vino consagrados en el momento de mostrarlos el Presidente a la Asamblea.
En la comunión pueden ayudar a los celebrantes a repartirla, portando las bandejas. Los acólitos comulgan antes, si van a hacerlo. Acaba la comunión presentan las bandejas para ser purificadas, sirven el agua para limpiar el cáliz y retiran el cáliz, los corporales y la patena. Antes de la bendición los ceroferarios toman los ciriales, los levantan y así permanecerán hasta que acabada la Misa se inicie la procesión de salida de manera similar a la de entrada. Es importante señalar que los acólitos que sirven al presidente lo hacen siempre de frente, procurando no darle nunca la espalda.
Es muy importante señalar, en todos los momentos, que los acólitos no deben establecer una barrera entre el presbiterio y el pueblo, de manera que impidan la visión y la correcta participación de los fieles en la Eucaristía, debiendo situarse siempre en lugares discretos y que no entorpezcan. De igual forma deben mantener siempre una compostura seria, acorde con la importancia de la función que están realizando, absteniéndose de bromas o saludos a conocidos. Debe existir siempre un lugar para que los acólitos ceroferarios dejen los ciriales al objeto de que no los sostengan durante toda la Misa y los porten en los momentos indicados. El lugar adecuado de los acólitos cuando no cumplen ninguna función concreta es delante de sus asientos, sentados o en pie, según el momento lo requiera.
Terminamos recordando los momentos en los que el Misal Romano autoriza el uso del incienso durante la Misa:
a) En la procesión de entrada.
b) Al comienzo de la misa para incensar el altar, la Cruz y la imagen solemnemente expuesta.
c) En la procesión y proclamación del Evangelio.
d) Durante el ofertorio, para incensar las ofrendas, el altar, al sacerdote y a la asamblea.
e) Tras la consagración, al mostrar elevando el sacerdote el cáliz y la sagrada forma.
El que inciensa sostiene con la mano izquierda las cadenas por su parte superior a la altura del pecho y con la derecha por la parte inferior, cerca del incensario y lo sostiene de manera cómoda de manera que pueda moverlo con soltura. De igual forma recordamos que los acólitos ceroferarios deben mantener en alto los ciriales durante la lectura del Evangelio, durante la Plegaria eucarística y en la bendición final.
Los golpes del incensario siempre serán dobles, pudiendo hacerse golpes dobles o triples.
Con dos golpes dobles se inciensa a las imágenes de la Virgen o santos. Con dos golpes triples se inciensa a la Cruz, al Santísimo, al sacerdote y al pueblo.

ESQUEMA DE ACTUACIÓN DE LOS ACÓLITOS EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA.

CIRIALES EN ALTO:
* durante la procesión de entrada
*durante la lectura del Evangelio (al oír “Lectura del Santo Evangelio según San...)
* durante la Plegaria Eucarística (justo al acabar el Sanctus)
* durante la bendición al pueblo
* durante la procesión de salida

TURIFERARIO (incienso)

* antes de la procesión de entrada
* al llegar al Altar se le ofrece al sacerdote para que éste inciense al Altar
* antes del Evangelio se le ofrece al sacerdote para que inciense al Evangelario (se le acercará durante el Aleluya)
* tras la preparación de los dones se le ofrece al sacerdote para que inciense los dones y el Altar. Posteriomente el turiferario inciensa al sacerdote, concelebrantes si los hay y posteriormente al pueblo, en todos los casos con dos golpes TRIPLES (al pueblo primero al frente, luego a derecha e izquierda)
* después del Sanctus el turiferario se coloca de rodillas ante el Altar e inciensa con dos golpes triples tanto al Pan como al Vino consagrado. Acabada la incensación puede volver a su sitio.

EL TURIFERARIO NUNCA PONE EL INCIENSO EN EL INCENSARIO. SIEMPRE LO PONE EL SACERDOTE, AL QUE SE LE OFRECE LA NAVETA. DEBE BENDECIRLO.

EL TURIFERARIO HACE REVERENCIA PROFUNDA ANTES Y DESPUÉS DE INCENSIAR AL SACERDOTE Y AL PUEBLO.
Jesús Luengo Mena.

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