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20.9.14

EL TIEMPO EN LA LITURGIA

Vamos en este artículo a abordar el tema de cómo se cuenta el tiempo en la Liturgia, que tiene sus peculiaridades.
Lógicamente, aparte de los diferentes tiempos del año litúrgico, que no son objeto de este artículo, el ritmo fundamental en la Liturgia lo marca la semana, con el domingo como fiesta primordial de precepto[1], día que es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico. Este día de pascua semanal, en el que la Iglesia hace memoria de la Resurrección del Señor, solamente cede su celebración a las solemnidades y a las fiestas del Señor, excepto en los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, domingos que tienen precedencia sobre todas las fiestas y solemnidades, que de coincidir deben ser trasladadas al lunes posterior, tal como dicta el Calendario Litúrgico Pastoral, que publica la Conferencia Episcopal Española[2] . Un domingo anual es el ápice del año litúrgico: el domingo de resurrección.
El día litúrgico comienza a medianoche y se extiende hasta la medianoche siguiente. Pero la celebración del domingo y las solemnidades comienza ya en la tarde del día precedente. El concepto de tarde no queda claro y a veces origina dudas. En sentido astronómico estricto, la tarde comienza a las 12h, aunque a veces tendemos a considerar que la tarde comienza tras la hora del almuerzo. Estos detalles tienen su importancia. Por ejemplo, piénsese en el cumplimiento dominical cuando se asiste a misa el sábado, o las prohibiciones de celebrar determinadas misas rituales, votivas o de difuntos en algunos domingos de los tiempos llamados “fuertes”.
Los días que no son domingos de cualquier tiempo se llaman ferias. Dentro de la jerarquía ferial el Miércoles de Ceniza y las ferias de Semana Santa –de lunes a jueves– tienen preferencia sobre cualquier otra celebración y las ferias de Adviento, desde el 17 hasta el 24 de diciembre, tienen preferencia sobre las memorias obligatorias.
Las ferias restantes ceden su celebración a todas las solemnidades y fiestas, combinándose con las memorias. Según la costumbre latina, el lunes recibe el nombre de feria segunda ─feria primera no existe─ y así sucesivamente hasta la feria sexta –viernes–. El sábado tiene su nombre propio heredado de los judíos –Sabbat–, que significa descanso. Recuérdese el nombre tan clásico y venerable de feria V in Coena Domini para referirse al  Jueves Santo y el de feria VI in Passione Domini al Viernes Santo.
Feria, en este sentido de día feriado, sería sinónimo de laboral, día de trabajo, contrapuesto a festivo, aunque el término feria en el campo civil lo asociamos, impropiamente,  a fiesta.
El domingo, litúrgicamente hablando, es el primer día de la semana, no cuando termina, como en la vida civil, que la semana va de lunes a domingo. Por lo tanto, en los misales, leccionarios y demás libros litúrgicos, los días de la semana hacen referencia y pertenecen al domingo precedente. Así, por ejemplo, la semana XXIV del Tiempo Ordinario comienza el domingo XXIV del Tiempo Ordinario y el día siguiente será el lunes de la XXIV semana, o el miércoles de la primera semana de Adviento, referida al domingo precedente y así sucesivamente. Estos son detalles a tener en cuenta para, por ejemplo, buscar la misa o las lecturas del día correspondiente
En el Misal, durante el Tiempo Ordinario, sólo hay un formulario para cada domingo. En cambio, en los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua cada día tiene su propia misa, incluyendo las ferias.
Continuaremos este artículo con otro complementario, en el que hablaremos de las llamadas “ferias privilegiadas”.





[1] CDC 1246
[2] Aunque el NUALC dispone que sean anticipadas al sábado anterior.

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