Vamos en este
artículo a abordar el tema de cómo se cuenta el tiempo en la Liturgia, que
tiene sus peculiaridades.
Lógicamente,
aparte de los diferentes tiempos del año litúrgico, que no son objeto de este
artículo, el ritmo fundamental en la Liturgia lo marca la semana, con el
domingo como fiesta primordial de precepto[1], día que es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico. Este
día de pascua semanal, en el que la Iglesia hace memoria de la Resurrección del
Señor, solamente cede su celebración a las solemnidades y a las fiestas del
Señor, excepto en los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, domingos que
tienen precedencia sobre todas las fiestas y solemnidades, que de coincidir
deben ser trasladadas al lunes posterior, tal como dicta el Calendario
Litúrgico Pastoral, que publica la Conferencia Episcopal Española[2]
. Un domingo anual es el ápice
del año litúrgico: el domingo de resurrección.
El día litúrgico comienza a medianoche y se extiende hasta la
medianoche siguiente. Pero la celebración del domingo y las solemnidades
comienza ya en la tarde del día precedente. El concepto de tarde no queda claro
y a veces origina dudas. En sentido astronómico estricto, la tarde comienza a
las 12h, aunque a veces tendemos a considerar que la tarde comienza tras la
hora del almuerzo. Estos detalles tienen su importancia. Por ejemplo, piénsese
en el cumplimiento dominical cuando se asiste a misa el sábado, o las
prohibiciones de celebrar determinadas misas rituales, votivas o de difuntos en
algunos domingos de los tiempos llamados “fuertes”.
Los días que
no son domingos de cualquier tiempo se llaman ferias. Dentro de la jerarquía
ferial el Miércoles de Ceniza y las ferias de Semana Santa –de lunes a jueves–
tienen preferencia sobre cualquier otra celebración y las ferias de Adviento,
desde el 17 hasta el 24 de diciembre, tienen preferencia sobre las memorias
obligatorias.
Las ferias
restantes ceden su celebración a todas las solemnidades y fiestas, combinándose
con las memorias. Según la costumbre latina, el lunes recibe el nombre de feria
segunda ─feria primera no existe─ y así sucesivamente hasta la feria sexta
–viernes–. El sábado tiene su nombre propio heredado de los judíos –Sabbat–,
que significa descanso. Recuérdese el nombre tan clásico y venerable de feria V in Coena Domini para referirse
al Jueves Santo y el de feria VI in Passione Domini al Viernes
Santo.
Feria, en este
sentido de día feriado, sería sinónimo de laboral, día de trabajo, contrapuesto
a festivo, aunque el término feria en el campo civil lo asociamos,
impropiamente, a fiesta.
El domingo,
litúrgicamente hablando, es el primer día de la semana, no cuando termina, como
en la vida civil, que la semana va de lunes a domingo. Por lo tanto, en los
misales, leccionarios y demás libros litúrgicos, los días de la semana hacen
referencia y pertenecen al domingo precedente. Así, por ejemplo, la semana XXIV
del Tiempo Ordinario comienza el domingo XXIV del Tiempo Ordinario y el día
siguiente será el lunes de la XXIV semana, o el miércoles de la primera semana
de Adviento, referida al domingo precedente y así sucesivamente. Estos son
detalles a tener en cuenta para, por ejemplo, buscar la misa o las lecturas del
día correspondiente
En el Misal,
durante el Tiempo Ordinario, sólo hay un formulario para cada domingo. En
cambio, en los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua cada día tiene
su propia misa, incluyendo las ferias.
Continuaremos
este artículo con otro complementario, en el que hablaremos de las llamadas
“ferias privilegiadas”.
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