Ante
todo, hay que comenzar diciendo que la Iglesia dispone de un libro
litúrgico, llamado Bendicional, en el cual se explican y ordenan los
ritos a seguir en los diferentes tipos de bendiciones, quienes son
los ministros adecuados y demás aspectos a tener en cuenta.
Así,
la Iglesia, para que los fieles podamos contemplar más profundamente
el misterio de la gloria de Dios, nos invita a venerar piadosamente
las imágenes sagradas, que deben tener un decoro y arte adecuado.
Las
imágenes no sólo traen a la memoria de los fieles a Jesucristo y a
los santos que representan, sino que en cierta medida los ponen ante
sus ojos, ya que cuanto mayor es la frecuencia con que se miran, más
los que las contemplan se sienten atraídos hacia el recuerdo y deseo
de sus originales. Cuando se expone a la pública
veneración
de los fieles una nueva imagen sagrada, sobre todo en las iglesias,
es conveniente bendecirla con el rito peculiar que el Bendicional
propone.
Esta
bendición no debe hacerse dentro de la Misa.
Si, en cambio, cabe dentro del rezo de Vísperas. Otro caso distinto
es la bendición de imágenes para uso y devociones privadas, del que
aquí no vamos a tratar.
El
ministro adecuado puede ser el presbítero, como cabeza de la
comunidad a la que sirve, si el obispo no preside.
Si
la imagen a bendecir y poner al culto tiene relevancia para la
Iglesia diocesana, se hace con especial solemnidad y con gran
afluencia de fieles es conveniente que sea el obispo quien presida el
rito.
Es
aconsejable siempre la presencia del pueblo.
El ministro debe revestirse de alba y estola. Cuando se lleva traje
talar, el alba puede sustituirse por el sobrepelliz. En las
celebraciones más solemnes puede usarse la capa pluvial.
El
color de los ornamentos será el blanco o el que esté en consonancia
con el tiempo o la fiesta litúrgica
La
celebración típica de la bendición consta de dos partes: la
primera es la proclamación de la palabra de Dios, la segunda la
alabanza de la bondad divina y la impetración del auxilio celestial.
Normalmente,
la celebración se abre y se concluye con unos breves ritos.
EL
RITO
El
RITO DE LA BENDICIÓN DE UNA IMAGEN DE SANTA MARÍA VIRGEN consiste,
básicamente, en unos ritos
iniciales (canto
de entada, saludo del celebrante y una monición breve que explique
el sentido del rito.
A
continuación viene una LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS, tomada de los
que proponen el Leccionario del Misal romano o de la Liturgia de las
Horas en el Común o en el Propio de santa María Virgen,
intercalando u otras lecturas que propone el propio Ritual.
Según
las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u
otro canto adecuado.
A
continuación, el celebrante, según las circunstancias, hace la
homilía. En ella explica las lecturas bíblicas y el papel de santa
María Virgen en la historia de la salvación, para que el
significado de la celebración sea percibido por la fe.
Se
termina esta Liturgia de la Palabra con una Oración de los Fieles. A
continuación se pasa a la
ORACIÓN
DE BENDICIÓN
El
celebrante, con las manos extendidas, dice una de las oraciones que
propone el Bendicional.
Después
de la oración de bendición, el celebrante, según las
circunstancias, pone
incienso e inciensa la imagen, mientras se canta un salmo o un himno
que guarde relación con el título de santa María Virgen
representado en la imagen, o, por ejemplo, una antífona mariana.
CONCLUSIÓN
DEL RITO
El
celebrante bendice al pueblo, con la fórmula del Bendicional.
Es
aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.
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