En este artículo
vamos a puntualizar algunas incorrecciones, bastante generalizadas, que
observamos, en el desarrollo de la Eucaristía.
En primer lugar, observamos que, al Evangelio, algunos fieles e incluso a veces
el celebrante se santiguan. Lo que está dispuesto
en la OGMR es
que “Ya en el ambón, el sacerdote abre el libro y,
con las manos juntas, dice: El
Señor esté con vosotros; y el pueblo responde: Y con tu espíritu; y en
seguida: Lectura del Santo
Evangelio, signando con el pulgar el
libro y a sí mismo en la frente, en la boca y en el pecho, lo cual hacen
también todos los demás. El pueblo aclama diciendo: Gloria
a Ti, Señor” (OGMR
134). Por lo tanto, santiguarse sobra.
Aclaramos que santiguarse es hacer la
cruz llevando la mano derecha de la frente al pecho y del hombro izquierdo al
derecho.
Más que invitar a
rezar el Credo, invitación que algunos sacerdotes hacen a los fieles, es mejor
invitar a proclamar nuestra fe. El Credo no es, en sentido estricto, una
oración, por lo que difícilmente se puede rezar. Las oraciones
van siempre dirigidas a Dios, en cualquiera de sus tres personas, a la Virgen o a los santos, para
alabarlos, impetrar su protección, dirigirles peticiones o agradecerles favores
recibidos. En el Credo no se hace nada de lo anterior: es una declaración de
Fe, de lo que el individuo profesa, una relación de afirmaciones que resumen
nuestra fe católica. “El Símbolo se canta o lo dice el sacerdote juntamente con el pueblo, estando
todos de pie” (OGMR 137). No se dice nada
de rezarlo. No obstante, es habitual incluirlo entre las oraciones
cristianas.
También es
frecuente permanecer sentados durante la oración colecta. La OGMR indica que hay que
permanecer de pie: “Los fieles están de pie desde el principio del canto de
entrada, o bien, desde cuando el sacerdote se dirige al altar, hasta la colecta
inclusive; al canto del Aleluya antes del Evangelio; durante la
proclamación del Evangelio; mientras se hacen la profesión de fe y la oración
universal; además desde la invitación Oren, hermanos, antes de la oración
sobre las ofrendas, hasta el final de la Misa, excepto lo que se dice más abajo” (OGMR 43). Pero es una costumbre
inveterada, muy difícil de erradicar.
A la invitación
del sacerdote de dirigirnos al Padre, en la oración dominical, debemos comenzar
a rezar el Padrenuestro desde la primera frase, no esperar a que el sacerdote
la comience. De no ser así, estamos eliminando la palabra clave de la oración,
la más cariñosa y la que encierra a las demás: que Dios es nuestro Padre.
La costumbre de
algunos sacerdotes de purificar los vasos sagrados en el altar también es una
costumbre difícil de erradicar. Lo adecuado es en la credencia, o al terminar
la misa. Y si le asiste un diácono o un acólito instituido, debe dejar esa
función para ellos y permanecer sentado, en el silencio tras la comunión.
Terminamos con unas
aclaraciones sobre el color de las velas, tema muy consultado. Partimos
de la base de que el color natural de la cera es blanco, por lo tanto, cuando
la Liturgia habla de velas, se da por supuesto el color propio. De no ser así, lo dispondría expresamente.
Para el culto sacramental no cabe duda de que la
Liturgia dispone el color blanco: blanca es la estola con la que el sacerdote o
diácono expone el Santísimo, blancas las velas para la exposición (dice el
Ritual que sean como las de la misa),
que deben ser cuatro o seis, dependiendo de si la Exposición es en el
copón o en la custodia, más solemne), blanco es el paño de hombros para dar la
bendición (humeral), blancas las vestiduras en la solemnidad del Corpus
Christi, blancas las flores, blanca la capa pluvial.
La
costumbre de usar cera roja las hermandades sacramentales pertenece a la
tradición y usos propios de las cofradías. Pero ese campo pertenece no a la
Liturgia, sino a la piedad popular. Por lo tanto, yo entiendo que en la
estación de penitencia pueden llevar los cirios del color que consideren
adecuado, ya que no hay una norma clara sobre la cuestión, que yo conozca. La
estación de penitencia no es un acto litúrgico, es una acto de piedad
popular, paraliturgias les llaman algunos. En
cambio, para la Exposición con el Santísimo si está claro que deben ser velas
blancas. “Para la exposición del santísimo Sacramento en la custodia se encienden
cuatro o seis cirios de los usuales en
la Misa, y se emplea el incienso. Para la exposición enciéndanse por lo
menos dos cirios; se puede emplear el incienso” (Ritual nº 85).
1 comentario:
Enorabuena por su articulo sobre este blogs de liturgia. Me gustaría que en los próximos articulos hablase de terma relacionado con la formación en las Hermandades. un saludo
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