Terminamos, con este segundo artículo, el comentario sobre el precepto dominical
Dificultades
para cumplir el precepto. Hoy, como en los tiempos heroicos del principio, en tantas regiones
del mundo se presentan situaciones difíciles para muchos que desean vivir con
coherencia la propia fe. El ambiente es a veces declaradamente hostil y, otras
veces —y más a menudo— indiferente y reacio al mensaje evangélico. El creyente,
si no quiere verse avasallado por este ambiente, ha de poder contar con el
apoyo de la comunidad cristiana. Por eso es necesario que se convenza de la
importancia decisiva que, para su vida de fe, tiene reunirse el domingo con los
otros hermanos para celebrar la Pascua del Señor con el sacramento de la Nueva
Alianza. Corresponde de manera particular a los obispos preocuparse de que el
domingo sea reconocido por todos los fieles, santificado y celebrado como
verdadero "día del Señor",
en el que la Iglesia se reúne para renovar el recuerdo de su misterio pascual
con la escucha de la Palabra de Dios, la ofrenda del sacrificio del Señor, la
santificación del día mediante la oración, las obras de caridad y la abstención
del trabajo.
Desde el momento en que participar en la Misa es
una obligación para los fieles, si no hay un impedimento grave, los pastores
tienen el correspondiente deber de ofrecer a todos la posibilidad efectiva de
cumplir el precepto. En esta línea están las disposiciones del derecho
eclesiástico, como por ejemplo la facultad para el sacerdote, previa
autorización del obispo diocesano, de celebrar más de una misa el domingo y los
días festivos, la institución de las misas vespertinas y, finalmente, la
indicación de que el tiempo válido para la observancia de la obligación
comienza ya el sábado por la tarde, coincidiendo con las primeras Vísperas del domingo.
Además, los pastores recordarán a los fieles que, al ausentarse de su
residencia habitual en domingo, deben preocuparse por participar en la misa allí
donde se encuentren.
Transmisión por radio y
televisión. Los fieles que, por enfermedad, incapacidad o cualquier otra causa
grave, se ven impedidos, procuren unirse de lejos y del mejor modo posible a la
celebración de la Misa dominical, preferiblemente con las lecturas y oraciones
previstas en el Misal para aquel día, así como con el deseo de la Eucaristía. En
muchos países la televisión y la radio ofrecen la posibilidad de unirse a una celebración
eucarística cuando esta se desarrolla en un lugar sagrado. Obviamente, este
tipo de transmisiones no permite de por
sí satisfacer el precepto dominical, que exige la participación en la
asamblea de los hermanos mediante la reunión en un mismo lugar y la posibilidad
de la comunión eucarística. Pero para quienes se ven impedidos de participar en
la Eucaristía y están excusados de cumplir el precepto, la transmisión
televisiva o radiofónica es una preciosa ayuda, sobre todo si se completa con
el generoso servicio de los ministros extraordinarios que llevan la Eucaristía
a los enfermos, transmitiéndoles el saludo y la solidaridad de toda la
comunidad.
Otros momentos del domingo
cristiano. El domingo cristiano no debe limitarse a la
participación en la Eucaristía, aunque sea el centro del domingo. En efecto, el día del
Señor es bien vivido si todo él está marcado por el recuerdo agradecido y
eficaz de las obras salvíficas de Dios. Todo debe llevar cada cristiano a dar
también a los otros momentos de la jornada —vida en familia, relaciones
sociales, momentos de diversión— un estilo que ayude a manifestar la paz y la
alegría del Resucitado en el ámbito ordinario de la vida, como, por ejemplo, el
encuentro sosegado de los padres y los hijos.
Asambleas dominicales sin
sacerdote. La
Iglesia, considerando el caso de la imposibilidad de la celebración
eucarística, recomienda convocar asambleas dominicales en ausencia del
sacerdote, según las indicaciones y directrices de la Santa Sede y cuya
aplicación se confía a las Conferencias Episcopales.
En cualquier caso, la participación en la
asamblea eucarística dominical nunca debería ser percibida por los cristianos
como una obligación o carga sino, todo lo contrario, como ocasión gozosa de
encuentro con el Señor.
Fuente: Carta apostólica Dies
domini de Juan Pablo II al episcopado,
al clero y a los fieles sobre la santificación del domingo (31 de mayo 1998).
1 comentario:
Te agradezco el trabajo en general del blog. Eres claro y bien documentado. Lo que me gusta + es el resumen, pues el domingo "és ocasion gozosa de encuentro".
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