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5.7.09

TÉRMINOS LITÚRGICOS DE DIFÍCIL NOMENCLATURA I

Vamos en una serie de artículos a definir algunos términos que se usan en Liturgia y que seguramente nuestros lectores hayan oído.
Comenzamos con el término
Anáfora. La palabra es griega y significa elevar, como oración que se eleva a Dios. Es otro de los varios nombres con los que se conoce a la Plegaria Eucarística, ápice de toda la celebración. Esta oración en la liturgia romana ha sido siempre única y pronunciada en voz baja por el sacerdote, hasta la reforma del Vaticano II.
Antipendio. Paño o tela ricamente decorada que cuelga cubriendo la parte delantera de algunos altares, hoy en desuso.
Bema. En las iglesias orientales se usa ese término para referirse al ambón.
Binar. Del latín –binare– significa arar la tierra por dos veces. En Liturgia se denomina así al hecho de decir dos misas en el mismo día. Esa acción en principio no se recomienda y queda prohibida, salvo los días de Navidad o difuntos. En caso de falta de sacerdotes y con el permiso correspondiente el sacerdote puede decir dos y hasta tres misas en el mismo día (domingos y fiestas de precepto) , siempre con causa justificada (canon 905 del CDC).
Calenda. Palabra latina que significa anunciar (de ahí calendario). En la liturgia se llama calenda al anuncio de la Navidad que se realiza hoy día en las primeras Vísperas de Navidad o en el rito de entrada de la Misa del gallo. También se anuncia solemnemente la Epifanía el seis de enero tras el Evangelio. Consiste en anunciar las fiestas móviles del año litúrgico en curso.
Diurnal. Diurnal es aquello que sucede de día, en contraposición a lo que sucede de noche. El Liturgia se llama así al libro que contiene el rezo de la Liturgia de la Horas correspondientes al día: Laudes, Hora intermedia, Vísperas y Completas.
Doxología. Se llama doxología a la alabanza o bendición, generalmente trinitaria, que sirve de conclusión a una oración o himno. En la Misa la principal doxología es la que remata la Plegaria eucarística: “Por Cristo, con Él y en Él...” También el himno Gloria es doxológico así como la aclamación tras el Padre nuestro “Tuyo es el reino...” El ejemplo más popular de doxología es el “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu santo..”.
Embolismo. Palabra proveniente del griego que significa añadir. En la liturgia se emplea para designar al comentario que se añade al Padrenuestro “Líbranos de todos los males...”.
Epíclesis. Se conoce con ese nombre a la invocación que se hace a Dios para que envíe su Espíritu y transforme las cosas o personas. En la misa hay dos epíclesis, dentro de la Plegaria eucarística, pero también se da en la celebración de todos los sacramentos, dentro de la oración consecratoria de cada uno de ellos.
Eulogia. Es sinónimo de bendición. También entre los primeros cristianos se llamaba así al pan bendecido que se repartía a los fieles en los ágapes vespertinos de las comunidades primitivas. No se debe confundir con el pan eucarístico.
Eucologia. Es una palabra proveniente del griego: euché = oración, y lógos = discurso. Se conoce por ese nombre la ciencia que estudia las oraciones y las normas que rigen su formulación. En un sentido menos propio, pero ya de uso corriente, la eucología es el conjunto de oraciones contenidas en un formulario litúrgico, en un libro o, en general, en los libros de una tradición litúrgica. Se habla de eucología mayor o menor en función de su importancia y extensión.
Hebdomadario. La palabra griega significa semana. Con ese nombre se designa al sacerdote, monje o monja que en una comunidad le toca realizar durante una semana el servicio de dirigir la Liturgia de las Horas o la Misa conventual.

10 comentarios:

oliverio dijo...

entonces n ose puede decir dos misas durante el dia, salvo navidad o difuntos... entonces en mu chas parroquia, por ejemplo la mía la hermandades que tenemos cultos siempre lo hacemos después de la misa cotidiana o de difuntos... la pregunta es. ¿es correcto lo que hacemos en nuestra parroquia

Jesús Luengo Mena dijo...

Ya digo en el artículo que sí se puede, pero con las debidas licencias y si es preciso (escasez de sacerdotes, causa justa). Así al menos lo dice expresamente el Código de Derecho canónico en su canon 905. Igualmente no debe celebrar misa sin la participación de algun fiel sin causa justa y razonable (canon 906).

Descorriendo el Velo dijo...

Gracias de nuevo!! Sugeri su link en mi espacio (http://descorriendoelvelo.spaces.live.com ) porque me parece MUY INTERESANTE toda la informacion que usted ofrece.

Saludos
Maria de los Angeles
maria de_losangeles@yahoo.com

Escritor en el Tejado dijo...

En primer lugar enhorabuena por su blog, estimado amigo...
Permítame que, en honor a la exactitud, le indique que la escritura correcta del último término no es "hebdobario" sino "hebdomadario", del latin "hebdomada", y éste del griego "hébdomas".
Ruego disculpe mi intromisión impertinente, que no viene motivada sino por el deseo de que no haya desdoro alguno en el por lo demás excelente contenido que su blog ofrece.
Un saludo desde Cuenca.

Jesús Luengo Mena dijo...

Gracias por su precisión. Paso a corregirlo.

Isaac García Expósito dijo...

Estimado Jesús:

Varias correciones y/o añadiduras:

- El Concilio Vaticano II no hizo ninguna reforma litúrgica: la misma se hizo en el año 1.969.

- Las primeras noticias seguras que atestiguan que el canon se recitaba de manera que, ni si quiera los que estaban alrededor del celebrante, podían oirlo, no son anteriores al siglo VIII. Al trasladar la misa romana al país de los francos cambió por completo la costumbre de recitar en voz alta el canon - pero con una melodía distinta a la del prefacio -. De hecho las palabras Surgit pontifex et tacite intrat in canonem, que representa la redacción carolingia del primer Ordus Romanus, expresan claramente dichos cambios.

- Actualmente también el canon se recita en silencio en la forma extraordinaria de la liturgia de la Iglesia.

Jesús Luengo Mena dijo...

Como contestación a San ISIDORO debo agradecerle en primer lugar sus doctos comentarios. Sólo insistir, sin ánimo de polemizar, que la reforma litúrgica actual es fruto del Vaticano II sin lugar a dudas. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia (SC) se promulgó el cuatro de diciembre de 1963 (el documento más temprano de todos los que salieron). Lógicamente pasa un tiempo para desarrollarla pero esa reforma es uno de los frutos más significativos del Concilio.

Isaac García Expósito dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Isaac García Expósito dijo...

Estimado Jesús:

Hay una diferencia sustancial entre decir que «el Concilio Vaticano II reformó la liturgia» y decir que «la reforma litúrgica es fruto del Concilio».

La liturgia fue reformada por el «Consilium ad exsequendam Constiutionem de Sacra Liturgia», creado por el Papa Pablo VI y presidido por el Cardenal Lercaro y cuya secretaría estaba dirigido por Bugnini. Entre lo que dice la Sacrosanctum Concilium y la actual liturgia hay diferencias sensibles, y habría que demostrar esa relación causa - efecto entre una y otra. Dudo mucho que los 2.151 padres que dieron el placet (sólo 4 votaron en contra) a la Constitución Sacrosanctum Concilium, tuviesen en la cabeza el Novus Ordo.

Por otra parte, no está de más recordar que las afirmaciones fundamentales de la SC que hablan sobre la naturaleza de la liturgia no difieren de las expresadas en la Mediator Dei del Papa Pío XII: en SC hay frases tomadas literalmente de MD 29 y MD 32.

Y es que, como escribió el entonces Cardenal Ratzinger en el prólogo del libro del P. Uwe Michael Lang, «Vueltos al Señor. La orientación de la oración litúrgica»:

«Para el católico practicante normal son dos los resultados más evidentes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II: la desaparición del latín y el altar orientado hacia el pueblo. Quien lee los textos conciliares puede constatar con asombro que ni lo uno ni lo otro se encuentran en dichos textos en esta forma».

Así, por ejemplo, la supresión del latín de la liturgia contradice:

- el artículo 36 de SC («Lingua latinae usus in ritibus latinis servetur»).
- la Mediator Dei de Pío XII (que reafirmaba «las serias razones de la Iglesia para conservar firmemente la obligación incondicionada para el celebrante de usar la lengua latina»).
- la Veterum Sapientia del beato Juan XXIII («Que ningún innovador se atreva a escribir contra el uso de la lengua latina en los sagrados ritos (...) ni lleguen en su engreimiento a minimizar en esto la voluntad de la Sede Apostólica»).
- y la Carta Apostólica Sacrificium laudis del Papa Pablo VI, donde escribe, contra la deslatinización, que «no sólo atenta contra este manantial fecundísimo de civilización y contra este riquísimo tesoro de piedad, sino también contra el decoro, la belleza y el vigor originario de la oración y de los cantos de la liturgia».

Como se puede comprobar, una sucesión temporal (la reforma vino tras el Concilio) no implica necesariamente una relación causa – efecto (la reforma fue fruto del Concilio).

Por último, dejo un enlace a un interesante artículo del Cardenal Alfonso M. Stickler, prefecto emérito de la Biblioteca Vaticana, perito en la Comisión de Liturgia del Vaticano II, y elevado al Colegio Cardenalicio por el Sumo Pontífice Juan Pablo II.

Espero no haber abusado de la amabilidad que me ofreces en esta tu casa. Reconozco que el tema se sale del artículo, y no tiene sentido abrir un artículo del artículo, pero creí necesario hacer esta sencilla apostilla con la que cierro el tema.

Ánimo y enhorabuena por el blog.

Anónimo dijo...

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