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9.4.08

LA OPOSICIÓN AL MOVIMIENTO LITÚRGICO

Para terminar esta serie de artículos que he dedicado al Movimiento Litúrgico basten aunque sea unas líneas para comentar brevemente la oposición que hubo a los intentos renovadores, que los tuvieron que sufrir y superar sus partidarios.
La primera polémica fue con los jesuitas, que al tener una espiritualidad individual y defender la idea de la superioridad de la piedad privada sobre la piedad social chocaba con las tesis comunitarias defendidas por M. Festugiére en su libro “La Liturgia católica”, el cual criticaba la espiritualidad ignaciana por individualista. Los jesuitas llegaron a afirmar que "la liturgia no era otra cosa que un conjunto de elementos ceremoniales, decorativos y sensibles del culto eclesial[1]”.

La segunda polémica se dio en Alemania y se refería a la supremacía de la piedad objetiva o litúrgica por un lado y la piedad subjetiva devocional por otro lado. Encabezó el ataque al movimiento litúrgico M. Kassiepe que escribió un libro titulado "Falsos y desvaídos caminos en la vida espiritual" donde se defendía la comunión fuera de la misa, la piedad subjetiva y las prácticas devocionales, respondiendo con gran sensatez Guardini. La polémica estaba incluso dividiendo a Alemania, obligando a intervenir al papa Pío XII. Los obispos alemanes optaron a favor del Movimiento Litúrgico, manifestando el Papa su conformidad pero con reservas a sus posibles exageraciones. Puede decirse que la encíclica Mediator Dei es la respuesta a estas polémicas, en la cual se da primacía a la Liturgia sobre las prácticas devocionales presentando las devociones como complementaria en la vida cristiana.

La tercera polémica surgió en el año 1921 entre Guardini y O. Carel al hablar de las relaciones entre Liturgia y Mística, pensando el segundo que la única fuente de vida mística en la Iglesia era la litúrgica.
Terciaron en la polémica los esposos J. y R. Maritain publican un libro titulado "Liturgia y Contemplación" aparecido en lengua francesa el año 1959 y en el cual defienden la tesis de la superioridad de la contemplación mística sobre la piedad litúrgica y su consiguiente subordinación. En el fondo no es más que un error que procede de exacerbar por un lado lo comunitario y por otro lado de supervalorar aspectos secundarios en la espiritualidad cristiana. Lo correcto es enmarcar la experiencia mística en la celebración litúrgica.
Estas polémicas, fruto de un organismo vivo como es la Iglesia, han quedado zanjadas con rotundidad al publicarse la Sacrosantum Concilium.
Jesús Luengo Mena



[1] J.J. Navatel: L´apostolat liturgique et la pieté personalle.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Vaticano II supone la destrucción del Movimiento Litúrgico

Jesús Luengo Mena dijo...

Aunque no es mi intención polemizar en este blo9g y menos aún con las personas que tiene la amabilidad de leerlo y hacer algún comentario, cosa que siempre agradezco, en este caso discrepo de su opinión. Yo entiendo que el Vaticano II es la culminación y concreción del Movimiento litúrgico de una manera oficial, sin excluir el que haya asuntos polémicos y perfectamente discutibles.