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13.1.07

LAS FIESTAS DEL SEÑOR II

Las fiestas del Señor admiten una triple clasificación: fiestas que celebran un misterio salvífico (Pascua, Ascensión, Pentecostés, Navidad y Epifanía); fiestas devocionales como la del Sagrado Corazón de Jesús y fiestas ideológicas tales como el Corpus o Cristo Rey. Vamos a ver las que se celebran dentro del Tiempo ordinario.

La fiesta de la Presentación del Señor (Candelaria) es actualmente una festividad cristífera y así la ha retomado últimamente la liturgia, aunque su componente mariano (Purificación de la Virgen a los cuarenta días del parto) ha tenido bastante peso y era considerada antes de la reforma litúrgica como fiesta mariana. Es también una de las más antiguas celebrándose en Jerusalén a fines del S. IV y en Occidente se celebra desde el S. VII introducida por el papa Sergio I. La Purificación ya se celebraba en el rito judío a los 40 días del parto, o sea, en la cuarentena. Ese día, para cumplir la Ley Mosaica, los varones primogénitos debían ser ofrecidos a Dios y presentados en el Templo. Jesús lo fue ante el anciano Simeón . La fecha cristiana es la del dos de febrero (40 días después de Navidad) y conjuntamente recordamos la Presentación del Señor y la Purificación de la Virgen (hay que entender esta purificación en lo referido a María como un trámite puramente "legal" para cumplir con la ley mosaica). Es la fiesta de la Candelaria, así llamada por la velas que se encienden ritualmente ese día para indicar que "Cristo es la luz de las naciones". En Jerusalén era la fiesta del Hypapante, del encuentro referido al encuentro del Señor con Simeón y Ana.

La Anunciación del Señor el 25 de marzo (nueve meses antes del parto, que será el 25 de diciembre) es hoy solemnidad del Señor habiendo sido antes fiesta de la Virgen, pero con una gran contenido mariano. La Iglesia ha celebrado este misterio en Adviento, fijándolo posteriormente, por razones cronológicas, nueve meses antes del Nacimiento y así se celebra ya desde fines del S. VII. Actualmente la solemnidad se llama Anunciación del Señor. El contenido de esta fiesta hace referencia al momento de la concepción divina de Jesús en el seno de María.
Siete días después de Pentecostés, o sea, el domingo posterior a Pentecostés se celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad (extendida por Juan XXII en 1334 a toda la Cristiandad). Es una solemnidad de tipo ideológico que pretende llevarnos al umbral mismo del principal misterio de la teología.

Al jueves siguiente, hasta hace poco, la Iglesia celebraba la solemnidad del Corpus Christi, ahora pasada al domingo siguiente, fiesta de origen claramente medieval. No obstante, en algunas ciudades como Toledo o Sevilla continua saliendo la solemne procesión en jueves, debido al gran arraigo popular de la celebración, procesión a la que se suman representaciones de todas las hermandades de penitencia, gloria y sacramentales de la ciudad. Su nombre es el de Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Hay dos hechos que influyeron en la creación de esta fiesta: las revelaciones de la beata Juliana de Lieja y el milagro eucarístico acaecido en Bolsena (que resumido consiste en la caída milagrosa de la Sagrada forma de gotas de sangre al dudar un sacerdote de la presencia real de Cristo en la Eucaristía al oficiar misa junto al lago de Bolsena) lo cual hizo aumentar mucho el fervor eucarístico que se produce a partir del S. XII. El papa Urbano IV mediante la Bula “Transiturus” el 11 de agosto de 1264 la extiende a toda la Iglesia centrándola en un culto popular.

El viernes posterior al domingo II después de Pentecostés celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, fiesta de origen devocional y popular desde el S. XVII, extendida a toda la iglesia en 1856 por Pío IX y dándole Pío XI la máxima categoría litúrgica en 1928. Los pilares de esta fiesta la ponen las monjas benedictinas santa Gertrudis y santa Matilde al propagar la devoción a las llagas de Cristo en la época medieval pero es santa Margarita María de Alacoque (muerta en 1690) la que da un impulso definitivo a esta devoción con sus visiones del Sagrado Corazón de Jesús. Su significado teológico tiene como telón de fondo la caridad y el amor de Cristo a los hombres simbolizados en su corazón.

También celebramos como solemnidad del Señor la de Cristo Rey, en el último domingo del tiempo ordinario y como conclusión del año litúrgico. Esta solemnidad la instituyó Pío XI en 1925 mediante la Encíclica “Quas primas” para afirmar en nuestra sociedad secularizada la soberanía de Cristo y tuvo sus detractores entre círculos liturgistas por considerarla superflua ya que a Cristo se le honra como rey del Universo a lo largo de todo el año litúrgico.
Jesús Luengo Mena, Lector instituido

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