En la misa, tras el acto penitencial, se proclaman unas invocaciones conocidas como los Kyrie. Ante todo, decir que las palabras Kyrie Eleison vienen del griego, no del latín. Son invocaciones que no forman parte del acto penitencial, como pudiera creerse.
En los primeros siglos del cristianismo, las lecturas eucarísticas eran leídas en griego. El papa San Dámaso, en el siglo IV, fue quien ordenó cambiar los textos de la misa del griego al latín, al encargar la traducción de la Biblia (en griego y arameo) a San Jerónimo, la Vulgata.
Sin embargo, el Kyrie permaneció inmutable, y así ha seguido durante siglos. Estamos, pues, ante unas invocaciones venerables, que millones de cristianos que nos han precedido, desde los primeros siglos del cristianismo, han pronunciado tal como ahora las decimos. Con el Kyrie (vocativo de Kyrios que quiere decir "el Señor") confesamos el señorío de Cristo Resucitado sobre la humanidad y su historia. En el Nuevo Testamento, Dios es llamado como "el Señor" (Rom 4,8) y en muchas ocasiones se sustituye la palabra Dios por "el Señor". Y también Jesús es llamado "Señor". Las tres invocaciones son: Kyrie eléison, Christe eléison, Kyrie eléison, a las que se responde de igual manera.
El Kyrie eléison –Señor, ten piedad– está tomado de las liturgias orientales y se dirige siempre a Cristo, no al Padre, ni al Espíritu. En casi todos los textos primitivos, este Señor, alude al himno del capítulo segundo de la Carta a los Filipenses que proclama que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (cf. Flp 2,11).
El Kyrie eléison, Christe eléison eran originalmente parte de las letanías de peticiones que hacía la comunidad cristiana, como también se practicaba en la liturgia siria-bizantina. En el acto litúrgico se intercalaban repitiendo el Kyrie eléison tres veces, el Christe eléison tres veces y de nuevo otras tres veces el Kyrie eléison, atribuyéndole un sentido trinitario, aunque realmente es una aclamación cristológica. Esta invocación pasó posteriormente a la liturgia romana y es muy probable que haya sido la respuesta a una oración universal o que también hayan sido unas letanías procesionales, cuando en determinados días se iba de una iglesia a otra.
Como ya hemos dicho, los Kyrie son una parte independiente del acto penitencial, ya que no son peticiones de perdón, sino una proclamación de alabanza a la misericordia divina. El Misal, eso sí, los ha incluido en la tercera fórmula del acto penitencial. Como parte del Ordinario de la misa, no pueden omitirse salvo en los casos previstos. Hoy día, el hermoso y profundo Kyrie aún se canta en griego en épocas o liturgias especiales, como por ejemplo en las misas dominicales en tiempo de Cuaresma.
El Kyrie eléison se cantaba como una sílaba con muchas notas, siendo posteriormente enriquecidos los cantos con abundantes melismas. Los coros introdujeron eventualmente tropos (textos breves con música) que encontramos sobre todo desde la Edad Media. Los más grandes compositores occidentales han compuesto magníficas piezas musicales polifónicas en honor a estas breves pero tan profundas frases del Kyrie eléison.
Su uso en griego constituye una riqueza que no debería perderse bajo ningún concepto, pues significa una pervivencia litúrgica que nos pone en comunión con millones y millones de hermanos cristianos que nos han precedido y que han alabado con esas mismas palabras al Kyrie, al Señor.