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18.5.22

EL RITO DE LA INCENSACIÓN II

 No es fácil precisar exactamente cuándo se introdujo el incienso en la Liturgia de la Iglesia. No hay pruebas disponibles que muestren su uso durante los primeros cuatro siglos de la Iglesia, aunque hay referencias de su empleo en el Nuevo Testamento. Lucas, al inicio de su Evangelio, habla sobre el nacimiento de Juan Bautista y escribe:

 En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel. 6Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. 7No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. 8Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, 9según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; 10la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. 

También los Reyes Magos ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra.

La primera referencia de su uso en el servicio de la Iglesia se encuentra en Seudo-Dionisio Areopagita, teólogo y místico bizantino del siglo V y VI. El uso tardío del incienso entre los cristianos tal vez se debió para que el pueblo no lo asimilara como un culto pagano.  

El incienso es un sacramental, utilizado para santificar, bendecir y venerar. El humo del incienso es símbolo del misterio de Dios.

El rito de incensación expresa reverencia y oración. La materia que se coloca en el incensario, debe ser incienso puro o si se le agrega algo, procúrese que la cantidad de incienso sea mucho mayor.

En la misa se usa en estos momentos:

a) durante la  procesión de entrada

b) al comienzo de la misa, para incensar el altar, la cruz y la imagen que esté expuesta de manera solemne

c) para la procesión y al Evangeliario en la proclamación del Evangelio

d) en la preparación de los dones, para incensar las ofrendas, cruz y altar, al obispo o presidente de la celebración,  a los concelebrantes y al pueblo

e) en el momento de la ostensión de la hostia y el cáliz, después de la consagración.

f) En la procesión de salida. Si se canta la Salve u otro himno a una imagen solemnemente expuesta también se la inciensa.

También se usa incienso, como se describe en los libros litúrgicos, a saber:

a) en la dedicación de una iglesia y de un altar

b) en la consagración del sagrado crisma, cuando se llevan los óleos benditos

c) en la exposición del Santísimo Sacramento con la custodia

d) en las exequias de los difuntos.

Además, el incienso se emplea de ordinario, en las procesiones de la Presentación del Señor, del Domingo de Ramos, en la Misa en la Cena del Señor, de la Vigilia pascual para incensar al cirio pascual (se colocan cinco granos de incienso en el Cirio Pascual).

e) en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; en la solemne traslación de las reliquias, y en general, en las procesiones que se hacen con solemnidad.

En Laudes y Vísperas solemnes se puede incensar el altar, al Obispo y al pueblo, mientras se canta el cántico evangélico.

El obispo,  si está en la cátedra, o en otra sede, se sienta para poner incienso en el incensario, de no ser así, pone el incienso estando de pie; el diácono le presenta la naveta y el obispo o presidente toma, de ordinario, tres cucharaditas de incienso, lo coloca en el turíbulo y bendice el incienso con el signo de la cruz, sin decir nada. Después, el diácono recibe el incensario de manos del acólito y lo entrega al obispo para que inciense las ofrendas, la cruz y el altar. Antes y después de incensar, se hace inclinación profunda a la persona u objeto que se inciensa; se exceptúan el altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa.

Sobre la manera de incensar, se hace así: con tres movimientos dobles se inciensa al Santísimo Sacramento, la reliquia de la Santa Cruz y las imágenes del Señor expuestas solemnemente, también las ofrendas, la cruz, el Evangeliario el cirio pascual, el obispo o el presbítero celebrante, la autoridad civil que por oficio está presente en la sagrada celebración y el pueblo, sí como el cuerpo del difunto.

Con dos movimientos dobles se inciensan  las reliquias e imágenes de los santos expuestos para pública veneración.

El altar se inciensa con movimientos  sencillos de la siguiente manera

a) Si el altar está separado de la pared, el  obispo lo inciensa pasando alrededor del mismo

b) Si el altar está unido a la pared, el obispo,  mientras va pasando, inciensa primero la parte derecha, luego la parte izquierda del altar. Si la cruz está sobre el altar o cerca de él, se inciensa antes que el mismo altar, de no ser así,  el obispo la inciensa cuando pase ante ella. Las ofrendas  se inciensan antes de la incensación del altar y de la cruz. El Santísimo Sacramento se inciensa de rodillas.

Las reliquias y las imágenes sagradas expuestas a la  veneración pública se inciensan después de la incensación del altar. En la misa, sin embargo, únicamente  al inicio de la celebración.

El obispo, tanto en el altar como en la cátedra, recibe la incensación estando de pie, sin mitra, a no ser que ya la tenga. El diácono o el acólito inciensa después a todos los concelebrantes al mismo tiempo. Por último, el diácono o el acólito inciensa al pueblo desde el sitio más conveniente. 

El que preside la Nación, y que viene por oficio a la sagrada celebración, donde existe la costumbre, es incensado después del obispo.

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