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6.8.12

MISCELANEA VARIA IV

Seguimos con temas variados, aclarando conceptos, sobre nuestra doctrina y fe.
¿Los santos hacen milagros? No. Aunque la respuesta pueda extrañar,  o, incluso, escandalizar, debemos afirmar que los santos, incluida la Santísima Virgen, no hacen milagros. Los milagros solo los puede hacer Dios, aunque eso sí, los santos pueden  interceder por nosotros, o sea, transmitir nuestra petición y pedir junto a nosotros. Si los santos, personas humanas, pudiesen hacer milagros, serían como Dios. Así pues, no se puede decir que un santo sea más milagroso que otro. No obstante, la piedad popular considera que algunos santos son especialmente milagrosos, que interceden con más “eficacia” que otros. 
¿Adoramos los católicos a las imágenes? Rotundamente no. Las imágenes merecen respeto y veneración por lo que representan, no por si mismas. Se puede rezar delante de ellas pero no cabe hacerles genuflexión, reservada al Santísimo, como signo de adoración. La adoración a las imágenes sería idolatría.
¿Se debe hacer la señal de la cruz al empezar el Evangelio? Sí. La OGMR dice que “Llegado al ambón, el sacerdote abre el libro y, con las manos juntas, dice: El Señor esté con vosotros, y el pueblo responde: Y con tu espíritu, y después: Lectura del santo Evangelio..., trazando la cruz sobre el libro con el pulgar, y luego sobre su propia frente, boca y pecho, lo cual también hacen todos los demás.  Ese todos los demás se refiere al pueblo.
¿Hay  que estar de rodillas durante la consagración? Sí. Volvemos a la OGMR, que nos dice que hay que estar de rodillas “durante la consagración, a no ser que lo impida la enfermedad o la estrechez del lugar o la aglomeración de los participantes o cualquier otra causa razonable. Y, los que no pueden arrodillarse en la consagración, harán una profunda inclinación mientras el sacerdote hace la genuflexión después de ella”. Así pues, desde la epíclesis (invocación al Espíritu Santo, momento en que el sacerdote impone sus manos sobre los dones) hasta la aclamación del pueblo “Anunciamos tu muerte,,, Ven, Señor Jesús”se debe permanecer de rodillas, salvo por los motivos ya citados.
¿A qué partes de la misa no se puede faltar para decir con propiedad que se ha oído misa? El precepto obliga a oír la misa completa. Ahora bien, de las cuatro partes de la misa no todas tienen la misma importancia. Los ritos iniciales y los ritos finales no son esenciales, si en cambio la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística. Desde luego, quien llegue a misa una vez comenzado el Ofertorio o se marche antes de la comunión no puede decir que ha oído misa. La misa oída por la radio o vista por televisión no sirve para cumplir con el precepto, si realmente no existe causa justa (enfermedad o similar) que impida al fiel acudir a la iglesia. La presencia física es necesaria. 
¿Puede un católico opinar de manera diferente que el Papa, un obispo o de nuestro párroco? Por supuesto que sí. El pueblo de Dios es libre y tiene libertad de opinión sobre los temas terrenales, sin que deba ser considerada una opinión diferente como insubordinación o rebeldía.. Así, se puede discrepar de una decisión arzobispal, siempre con el debido respeto y caridad y sin ataques descalificadores. Por ejemplo, si un arzobispo autoriza un encierro de trabajadores en la catedral se puede opinar que no debería permitirse. De igual forma, se puede pensar y defender que, por ejemplo, las mujeres tengan acceso a los ministerios instituidos y cosas por el estilo. Ahora bien, en cuestiones de fe y de moral no hay opción de opinión, y hay que asumir y acatar las decisiones y doctrina de la jerarquía.
¿Tienen todas las reliquias el mismo valor? Ante todo decir que “reliquia” designa “lo que queda”, “lo que resta” de las personas amadas. En sentido amplio, una reliquia puede ser cualquier objeto que haya pertenecido a un ser querido, como nuestros padres, familiares y demás. Aquí nos referimos a las reliquias de los santos, que reciben culto de dulia, o sea, de veneración. 
Las reliquias pueden ser de tres grados: 1er grado: un fragmento del cuerpo del santo; 2do grado: un fragmento de su ropa o de algo que el santo usaba durante su vida (rosario, Biblia, cruz, etc.), así como objetos asociados con el sufrimiento de un mártir; 3er grado: cualquier objeto que ha sido tocado a una reliquia de primer grado o a la tumba de un santo.  A su vez, las reliquias de primer grado se dividen en tres clases: reliquias insignes (el cuerpo entero o una parte completa de él como el cráneo, una mano, una pierna, un brazo o algún órgano incorrupto); reliquias notables (partes importantes del cuerpo pero sin constituir un miembro entero, como la cabeza del fémur, una vértebra, etc.); reliquias mínimas (huesecillos o astillas de hueso). Las reliquias de primer grado deben estar expuestas en relicarios, que tienen la consideración de vasos sagrados. Especial consideración merecen, por su máxima importancia, las relacionadas con la Cruz de Cristo y su Pasión.




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