En el domingo de Ramos, tal como el Misal indica, la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Las dos fases del misterio de Cristo aparecen con un relieve especial en la liturgia de este día y conviene presentarlas como partes indisolubles de un todo: el aspecto triunfal en la procesión y el aspecto pasionario en la Eucaristía.
Este domingo tiene unas peculiaridades litúrgicas muy concretas y llamativas que los distinguen de otros domingos, fundamentalmente explicitadas en la procesión de ramos y en la lectura de la Pasión.
El recuerdo de la entrada de Cristo en Jerusalén para la plenitud de su pascua se puede hacer de tres maneras:
* Procesión y entrada solemne antes de la misa principal.
* Entrada solemne, sin procesión, antes de la misa a la que asiste gran concurso de fieles.
* Entrada simple, sin bendición de ramos.
El color litúrgico de los ornamentos es el rojo. El sacerdote puede realizar la procesión con capa pluvial, que se quitará al comenzar la Misa.
Vamos en este artículo a comentar la forma más solemne, con procesión.
LA PROCESIÓN
El rito comienza con la bendición de los ramos. Los ramos no se reparten, ni siquiera al clero ni autoridades. El pueblo debe cogerlos por sí mismos en un sitio adecuado y tenerlos en las manos para su bendición desde el comienzo del rito. Los ramos no se inciensan; solamente se asperjan con agua bendita en silencio. Una vez que el pueblo tiene los ramos el sacerdote, al llegar, saluda al pueblo y tras una oración rocía los ramos con agua bendita, sin decir nada. A continuación se proclama el Evangelio que narra la entrada del señor, según el ciclo que corresponda.
Sería oportuno tener una breve homilía después de la lectura que narra la entrada de Jesús en Jerusalén. Esta homilía daría sentido a esa parte primera de la celebración.
Acto seguido comienza la procesión. Ante todo decir que la procesión de Ramos es la procesión litúrgica más importante de toda la Semana Santa, de ahí que revista una importancia especial. Esta procesión debe ser manifestación perfecta de la fe del pueblo en su salvador; por eso cobran relieve importante las aclamaciones y cantos que exteriorizan esa fe en Jesucristo, muerto y resucitado.
El turiferario abre marcha y tras él va la cruz con ciriales, sacerdote, ministros y toda la asamblea de fieles. El pueblo es bueno que forme un grupo compacto manifestando que es todo un pueblo el que camina festivamente. Durante la procesión se cantan salmos, antífonas y el himno a Cristo Rey.
La procesión sería lo ideal que saliese de un templo o lugar adecuado hacia la iglesia en la que se va a celebrar la Misa.
Si la procesión se hace dentro de la iglesia ha de ser en un lugar separado del presbiterio, que permita así la procesión por el interior del templo. Un lugar capaz para que el sacerdote, los ministros y al menos una pequeña representación de los fieles puedan estar dentro de él. Al igual que en la procesión, los ramos no se distribuyen, se bendicen y se han de tener en las manos, previamente recogidos. Se hace la bendición de los ramos y la proclamación del evangelio, igual que en el rito con procesión.
Esta procesión por el interior de la iglesia conviene que sea por la vía principal, no por los laterales, pasando así por en medio de la asamblea, puesta en pie, que permanece en su sitio mientras los ministros, el celebrante y la pequeña representación de fieles avanzan hacia el altar.
LA MISA
Este domingo tiene Misa propia, con prefacio específico.
Al llegar la procesión a la iglesia el sacerdote se quita la capa pluvial si la llevaba y venera al altar. A continuación dice la oración colecta, omitiendo todos los ritos iniciales.
Sigue la Misa de manera normal. Otra peculiaridad llega con el Evangelio. En este día se lee el relato de la Pasión del Señor, según corresponda al ciclo. Al Evangelio no se le acompaña con cirios ni incienso, ni se hace la salutación inicial ni se signa el libro. Se necesitan tres lectores: el celebrante hace de Cristo, otro de cronista y otro del resto de personajes. Se reconocen los lectores con una cruz el sacerdote, con una C el cronista o narrador y con una S el Sanedrín. Se ofrece una versión completa y otra breve. Otra peculiaridad es que, en este día y como excepción, se admite que lectores laicos proclamen el Evangelio, reservando el papel de Cristo al sacerdote. En este caso los laicos no reciben la bendición del sacerdote, que si recibirían los diáconos.
En caso de proclamarse la lectura completa se puede permitir a los fieles sentarse en algunos momentos de la narración, si su edad o circunstancias lo aconsejan. La homilía posterior debería ser necesariamente breve.
Por lo que respecta a la liturgia eucarística y ritos finales no hay novedad y se realizan como en una Misa normal. Se puede impartir la bendición solemne.
Para finalizar diremos que el nombre de este domingo es “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor” aunque por tradición se siga llamando al domingo anterior a Ramos como Domingo de Pasión, cuando su nomenclatura correcta sería Quinto Domingo de Cuaresma.
Este domingo tiene unas peculiaridades litúrgicas muy concretas y llamativas que los distinguen de otros domingos, fundamentalmente explicitadas en la procesión de ramos y en la lectura de la Pasión.
El recuerdo de la entrada de Cristo en Jerusalén para la plenitud de su pascua se puede hacer de tres maneras:
* Procesión y entrada solemne antes de la misa principal.
* Entrada solemne, sin procesión, antes de la misa a la que asiste gran concurso de fieles.
* Entrada simple, sin bendición de ramos.
El color litúrgico de los ornamentos es el rojo. El sacerdote puede realizar la procesión con capa pluvial, que se quitará al comenzar la Misa.
Vamos en este artículo a comentar la forma más solemne, con procesión.
LA PROCESIÓN
El rito comienza con la bendición de los ramos. Los ramos no se reparten, ni siquiera al clero ni autoridades. El pueblo debe cogerlos por sí mismos en un sitio adecuado y tenerlos en las manos para su bendición desde el comienzo del rito. Los ramos no se inciensan; solamente se asperjan con agua bendita en silencio. Una vez que el pueblo tiene los ramos el sacerdote, al llegar, saluda al pueblo y tras una oración rocía los ramos con agua bendita, sin decir nada. A continuación se proclama el Evangelio que narra la entrada del señor, según el ciclo que corresponda.
Sería oportuno tener una breve homilía después de la lectura que narra la entrada de Jesús en Jerusalén. Esta homilía daría sentido a esa parte primera de la celebración.
Acto seguido comienza la procesión. Ante todo decir que la procesión de Ramos es la procesión litúrgica más importante de toda la Semana Santa, de ahí que revista una importancia especial. Esta procesión debe ser manifestación perfecta de la fe del pueblo en su salvador; por eso cobran relieve importante las aclamaciones y cantos que exteriorizan esa fe en Jesucristo, muerto y resucitado.
El turiferario abre marcha y tras él va la cruz con ciriales, sacerdote, ministros y toda la asamblea de fieles. El pueblo es bueno que forme un grupo compacto manifestando que es todo un pueblo el que camina festivamente. Durante la procesión se cantan salmos, antífonas y el himno a Cristo Rey.
La procesión sería lo ideal que saliese de un templo o lugar adecuado hacia la iglesia en la que se va a celebrar la Misa.
Si la procesión se hace dentro de la iglesia ha de ser en un lugar separado del presbiterio, que permita así la procesión por el interior del templo. Un lugar capaz para que el sacerdote, los ministros y al menos una pequeña representación de los fieles puedan estar dentro de él. Al igual que en la procesión, los ramos no se distribuyen, se bendicen y se han de tener en las manos, previamente recogidos. Se hace la bendición de los ramos y la proclamación del evangelio, igual que en el rito con procesión.
Esta procesión por el interior de la iglesia conviene que sea por la vía principal, no por los laterales, pasando así por en medio de la asamblea, puesta en pie, que permanece en su sitio mientras los ministros, el celebrante y la pequeña representación de fieles avanzan hacia el altar.
LA MISA
Este domingo tiene Misa propia, con prefacio específico.
Al llegar la procesión a la iglesia el sacerdote se quita la capa pluvial si la llevaba y venera al altar. A continuación dice la oración colecta, omitiendo todos los ritos iniciales.
Sigue la Misa de manera normal. Otra peculiaridad llega con el Evangelio. En este día se lee el relato de la Pasión del Señor, según corresponda al ciclo. Al Evangelio no se le acompaña con cirios ni incienso, ni se hace la salutación inicial ni se signa el libro. Se necesitan tres lectores: el celebrante hace de Cristo, otro de cronista y otro del resto de personajes. Se reconocen los lectores con una cruz el sacerdote, con una C el cronista o narrador y con una S el Sanedrín. Se ofrece una versión completa y otra breve. Otra peculiaridad es que, en este día y como excepción, se admite que lectores laicos proclamen el Evangelio, reservando el papel de Cristo al sacerdote. En este caso los laicos no reciben la bendición del sacerdote, que si recibirían los diáconos.
En caso de proclamarse la lectura completa se puede permitir a los fieles sentarse en algunos momentos de la narración, si su edad o circunstancias lo aconsejan. La homilía posterior debería ser necesariamente breve.
Por lo que respecta a la liturgia eucarística y ritos finales no hay novedad y se realizan como en una Misa normal. Se puede impartir la bendición solemne.
Para finalizar diremos que el nombre de este domingo es “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor” aunque por tradición se siga llamando al domingo anterior a Ramos como Domingo de Pasión, cuando su nomenclatura correcta sería Quinto Domingo de Cuaresma.
2 comentarios:
para facilitar el trabajo del m0onitor hacer en el domingo de ramos monicion ambiental, de la primera lectura, salmo, segunda lectura, y evangelio. gracias
Agradezco mucho esta explicacion. La he buscado en muchos lugares y ninguna me dejaba satisfecha,y con palabras sencillas esta todo bien explicado y llena mis inquietudes, pues, yo ignoraba todo esto respecto a la liturgia del Domingo de Ramos.
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