Se llama universal porque se suplica por las necesidades de todos los hombres. “En la oración universal u oración de los fieles, el pueblo, responde de alguna manera a la palabra de Dios acogida en la fe y ejerciendo su sacerdocio bautismal, ofrece a Dios sus peticiones por la salvación de todos. Conviene que esta oración se haga normalmente en las Misas a las que asiste el pueblo, de modo que se eleven súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren alguna necesidad y por todos los hombres y la salvación de todo el mundo” (OGMR 69).
Debe poder ser asumida por todo el pueblo cristiano y al menos cuatro de las peticiones deben ser:
* Por la Iglesia y sus necesidades
* Por los gobernantes
* Por los pobres y necesitados
* Por todos los presentes y la comunidad local
Este orden puede cambiarse en algunas celebraciones especiales.
Como su nombre indica, es oración universal por lo que lo apropiado es pedir en general por las necesidades del mundo. No debemos ser tacaños al pedir ni desperdiciar esa ocasión que la Liturgia nos concede a los laicos de manera que las peticiones que formulemos sean lo más amplias posibles y que abarquen a todo el mundo. Si se quiere pedir por una persona concreta (un enfermo de la comunidad por ejemplo) es mejor siempre ir de lo más general a lo particular. Así, se pide por todos los enfermos, por lo que sufren y en particular por nuestro hermano...
Siempre debe ser introducida y concluida por el presidente, desde la sede. La inicia, teniendo las manos juntas, con una breve monición invitando a orar y la concluye, separando las manos, con una oración (oración conclusiva). Puede ser leída del libro dedicado para ello o bien redactado por el equipo de liturgia, siempre supervisados por el sacerdote.
Debe leerse desde el ambón u otro lugar conveniente por un diácono si lo hay, o por un laico adecuado (cantor, lector instituido u otro). Es preferible, no obstante lo dicho, utilizar otro lugar y no desde el ambón, que se debe reservar para la Palabra de Dios. Quien haya leído las intenciones, al terminar, se vuelve al celebrante y después del Amen abandona el ambón. El momento de pronunciarla es después de la homilía y del credo, si lo hay.
Como todas las oraciones, se escucha y contesta, de pie. La respuesta a las preces en mejor cantarlas que recitarlas. Esta respuesta –Te lo pedimos, Señor u otra fórmula– es la verdadera oración de los fieles. También se puede rezar en silencio.
Con la oración de los fieles concluye la Liturgia de la Palabra y se da comienzo a la Liturgia Eucarística. En la liturgia de la Vigilia Pascual si se bautizan adultos (después de la homilía) se sustituye la oración de los fieles por la letanía de los santos.
Esta oración universal ha sido restaurada por el Vaticano II. Su nombre hace referencia al momento en el cual los catecúmenos abandonaban la asamblea y se iniciaba, con esta oración la misa de los fieles.
Jesús Luengo Mena
Debe poder ser asumida por todo el pueblo cristiano y al menos cuatro de las peticiones deben ser:
* Por la Iglesia y sus necesidades
* Por los gobernantes
* Por los pobres y necesitados
* Por todos los presentes y la comunidad local
Este orden puede cambiarse en algunas celebraciones especiales.
Como su nombre indica, es oración universal por lo que lo apropiado es pedir en general por las necesidades del mundo. No debemos ser tacaños al pedir ni desperdiciar esa ocasión que la Liturgia nos concede a los laicos de manera que las peticiones que formulemos sean lo más amplias posibles y que abarquen a todo el mundo. Si se quiere pedir por una persona concreta (un enfermo de la comunidad por ejemplo) es mejor siempre ir de lo más general a lo particular. Así, se pide por todos los enfermos, por lo que sufren y en particular por nuestro hermano...
Siempre debe ser introducida y concluida por el presidente, desde la sede. La inicia, teniendo las manos juntas, con una breve monición invitando a orar y la concluye, separando las manos, con una oración (oración conclusiva). Puede ser leída del libro dedicado para ello o bien redactado por el equipo de liturgia, siempre supervisados por el sacerdote.
Debe leerse desde el ambón u otro lugar conveniente por un diácono si lo hay, o por un laico adecuado (cantor, lector instituido u otro). Es preferible, no obstante lo dicho, utilizar otro lugar y no desde el ambón, que se debe reservar para la Palabra de Dios. Quien haya leído las intenciones, al terminar, se vuelve al celebrante y después del Amen abandona el ambón. El momento de pronunciarla es después de la homilía y del credo, si lo hay.
Como todas las oraciones, se escucha y contesta, de pie. La respuesta a las preces en mejor cantarlas que recitarlas. Esta respuesta –Te lo pedimos, Señor u otra fórmula– es la verdadera oración de los fieles. También se puede rezar en silencio.
Con la oración de los fieles concluye la Liturgia de la Palabra y se da comienzo a la Liturgia Eucarística. En la liturgia de la Vigilia Pascual si se bautizan adultos (después de la homilía) se sustituye la oración de los fieles por la letanía de los santos.
Esta oración universal ha sido restaurada por el Vaticano II. Su nombre hace referencia al momento en el cual los catecúmenos abandonaban la asamblea y se iniciaba, con esta oración la misa de los fieles.
Jesús Luengo Mena
1 comentario:
deseo encontrar las oraciones universales del ciclo c ¿será posible?
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