Dentro de la serie de artículos dedicados a los signos y posturas litúrgicas abordamos hoy las posturas reverenciales.
Existen
dos posturas para indicar reverencia: la
inclinación y la genuflexión. Hoy analizamos la inclinación, dejando la
genuflexión para otro artículo.
La inclinación indica reverencia y honor a
las personas o a los signos que representan. Puede ser de dos tipos:
inclinación de cabeza e inclinación de cuerpo o profunda, que se hace desde la
cintura.
La
inclinación de cabeza se hace cuando se nombran al mismo tiempo las tres
Divinas Personas, y al nombre de Jesús, de la bienaventurada Virgen María y del
Santo en cuyo honor se celebra la Misa[1].
La inclinación de cuerpo o reverencia
profunda se le hace al altar, cuando no está allí el sagrario con el Santísimo;
también se debe hacer inclinación profunda cada vez que se sirva al obispo o se
pase por delante de él.
Saludan al Obispo con inclinación profunda los ministros, los que se
acercan a él para servirlo, o terminado el servicio, se retiran, o pasan
delante de él. Cuando la cátedra del
Obispo está detrás del altar, los ministros saludan o al altar o al Obispo,
según se acerquen al altar o al Obispo, pero eviten, en cuanto sea posible,
pasar entre el Obispo y el altar, a causa de la reverencia a ambos. Si acaso en
el presbiterio están presentes varios Obispos, se hace reverencia sólo al que preside[2].
Se debe hacer reverencia profunda en el Credo Nicenoconstantinopolitano o
Símbolo en las palabras y por obra del Espíritu Santo se encarnó de
María, la Virgen, y se hizo hombre: si se trata del Credo Apostólico
en las palabras que fue concebido por
obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, arrodillándonos si es la
solemnidad de Navidad o la fiesta de la Anunciación del Señor. El
diácono hace la misma inclinación cuando pide la bendición antes de la
proclamación el Evangelio. Si es un concelebrante quien proclama el Evangelio y
preside otro presbítero no tiene que pedirle la bendición, si está el obispo
sí.
Asimismo, la bendición presidencial que concluye la misa se debe recibir
con inclinación. Si hay diácono dirá la monición diaconal Inclinaos para recibir la bendición. Al terminar la misa el
sacerdote y el diácono, si lo hay, veneran al altar con un beso y hacen
reverencia profunda. Los concelebrantes no besan al altar y hacen solo
reverencia profunda. También la hacen al despedirse el resto de los ministros
(acólitos).
También el pueblo hace reverencia profunda tras la ostensión del Pan y del
Vino, si no se ha permanecido de rodillas, al tiempo de la genuflexión que hace
el sacerdote.
El turiferario hace reverencia profunda antes y después de las
incensaciones y en algunas otras ocasiones en que está dispuesto. Deben hacer
inclinación profunda al altar, que simboliza a Cristo, y no al sacerdote, como
equivocadamente se hace a veces, todas aquellas las personas que suban al
presbiterio para realizar alguna función, como por ejemplo los lectores o los
que van a hacer las peticiones de la Oración Universal de los Fieles, que
vulgarmente llamamos preces, tanto al llegar como al marcharse. Si está al
obispo se le hace a él la reverencia.
Las personas que son incensadas, no por ellas mismas sino por lo que
representan, no deben devolver la reverencia al turiferario, como normalmente
observo que se hace. La persona reverenciada no hace reverencia al ministro
turiferario ya que no tiene sentido.
También el rito de la incensación expresa reverencia y oración.
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