Tras el paréntesis vacacional reiniciamos con una serie de artículos que trataran sobre las posturas, los gestos y los signos de reverencia que se emplean en la Liturgia.
Y comenzamos recordando las
posturas corporales que hay que tener en la misa.
La Ordenación General del Misal Romano –OGMR– da unas normas claras de las
posturas corporales que hay que adoptar durante la Eucaristía. Para el Misal
Romano La
postura corporal que han de observar todos los que toman parte en la
celebración, es un signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana
congregados para celebrar la sagrada Liturgia, ya que expresa y fomenta al
mismo tiempo la unanimidad de todos los participantes[1]. De lo anterior se deduce que una postura unánime es también un signo de
comunión.
Las posturas corporales que el Misal Romano indica son las que resumimos a
continuación:
* DE PIE Los fieles estén de pie: desde el
principio del canto de entrada, o mientras el sacerdote se acerca al altar,
hasta el final de la oración colecta; al canto del Aleluya que precede al Evangelio; durante la proclamación del
mismo Evangelio; durante la profesión de fe y la oración de los Fieles; y
también desde la invitación Orad hermanos que precede a la oración sobre las
ofrendas hasta el final de la Misa, excepto en los momentos que luego se
enumeran[2].
* SENTADOS En cambio, estarán sentados durante las lecturas y el salmo responsorial
que preceden al Evangelio; durante la homilía, y mientras se hace la
preparación de los dones en el ofertorio; también, según la oportunidad, a lo
largo del sagrado silencio que se observa después de la Comunión.
* DE RODILLAS Por otra parte, estarán de rodillas, a no ser por causa de salud,
por la estrechez del lugar, por el gran número de asistentes o que otras causas
razonables lo impidan, durante la consagración. Pero los que no se arrodillen
para la consagración, que hagan inclinación profunda mientras el sacerdote hace
la genuflexión después de la consagración. La costumbre de algunas personas de permanecer de rodillas durante toda la
Plegaria Eucarística debe respetarse.
¿Qué costumbres no respetan
estas normas? Pues, por un lado, está la costumbre casi generalizada de
permanecer sentados durante la oración sobre las ofrendas. Hay que ponerse en
pie al Orad hermanos, no después.
Todas las oraciones de la misa se escuchan de pie, que es la postura propia del
orante, salvo durante la consagración.
En la consagración, que
muchas personas tiene por costumbre permanecer de pie sin motivo aparente, hay
que arrodillarse en la primera epíclesis (invocación al Espíritu Santo) y
ponerse de pie en la aclamación que la remata, que tiene tres fórmulas que
ofrece el Misal: Este es el sacramento de nuestra fe, dice el presidente y
respondemos con la aclamación Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Si el que preside dice: Aclamad el misterio de la redención, la
asamblea aclama: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte,
Señor, hasta que vuelvas.
Y si dice: Cristo se entregó por nosotros la aclamación de la
asamblea es:
Por tu cruz y resurrección nos has
salvado, Señor.
Las aclamaciones se dicen de pie, no se puede aclamar de rodillas. De
pie es la postura propia para aclamar, como el Aleluya,
Recordamos que también en la vida civil nos ponemos de pie tras un
concierto para aplaudir a la orquesta, una representación teatral, tras el gol de nuestro equipo o una buena
faena de un torero.
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