El próximo 11 de septiembre de 2021, sábado, a las 11h tendrá lugar en la catedral de Sevilla la misa en la cual se le impondrá el palio al nuevo arzobispo José Ángel Saiz. La misa contará con la participación del nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza, que será quien se lo imponga como representante del Papa y de los obispos de las diócesis comprendidas en la Provincia Eclesiástica de Sevilla: Córdoba, Cádiz y Ceuta, Asidonia-Jerez, Huelva, Canarias y Tenerife.
Previamente, el pasado 29 de junio, solemnidad de San
Pedro y San Pablo, había tenido lugar en la basílica del Vaticano el acto de bendición de los palios con los que el papa Francisco distingue
a los prelados que han sido nombrados arzobispos en el año en curso, un total
de 34 arzobispos procedentes de todos los continentes. Hasta hace poco eran los
Papas quienes imponían el palio pero el papa Francisco, desde 2015, ha cambiado
el rito.
Hasta aquí la información. Pero debemos preguntarnos ¿en qué consiste el palio arzobispal? ¿Tan importante es su imposición que se rodea de tantos ritos? En Sevilla, hablar de palio lleva inmediatamente a los pasos de palio de nuestras dolorosas. Nada tiene que ver este palio, salvo el nombre.
Los obispos llevan una serie de «insignias pontificales» que son de uso exclusivo del orden episcopal: el anillo, el báculo, la mitra, la cruz pectoral, y, además, el palio si le corresponde por derecho.
El palio, signo del
ministerio y del servicio que prestan en la Iglesia, es una banda
estrecha de lana blanca cosida en forma circular de la cual caen dos tiras
cortas en sentido vertical, sobre el pecho y espalda. Va adornado con seis
cruces negras, cuatro de ellas en la banda circular y las otras dos en los
extremos. Se lleva sobre la casulla colgado de los hombros, a modo de
escapulario. Lo usan los arzobispos metropolitanos (caso del de Sevilla) y
algunos obispos como signo de autoridad y jurisdicción. Los Papas lo usaban
hasta hace poco con cruces rojas pero el papa Francisco usa la misma que los
obispos, con cruces negras, para así visualizar mejor su comunión con el
ministerio del obispado.
El arzobispo residencial que haya recibido ya el
palio lo lleva dentro del territorio de su jurisdicción cuando celebra Misa
Estacional, o por lo menos con gran solemnidad, y también cuando hace las
ordenaciones, la bendición de un abad, de una abadesa, la consagración de
vírgenes y la dedicación de una iglesia y de un altar.
El
palio fue inicialmente usado sólo por el Papa desde el siglo IV y,
posteriormente, lo fue otorgando también a los arzobispos para expresar la
fidelidad y la comunión de éstos con el obispo de Roma. El ceremonial de
los obispos describe puntualmente el rito a seguir (núms 1149 al 1155).
Benedicto XVI,
al recordar el sentido del palio dijo: Recuerda los corderos y las ovejas de
Cristo, que el Señor ha confiado a Pedro con la tarea de apacentarles. El palio
también recuerda a Cristo mismo, que como Buen Pastor, ha tomado sobre sus
hombros a la oveja perdida, la humanidad, para devolverla a casa.
Como curiosidad
terminamos añadiendo que la lana del palio procede de dos corderos bendecidos en
la basílica de Santa Inés y que son presentados al Papa en la fiesta de Santa
Inés, el 21 de enero. Los palios quedan depositados junto a la tumba del apóstol
Pedro hasta el momento de ser bendecidos solemnemente por el Papa para los
nuevos arzobispos nombrados durante el año, en la Eucaristía de la fiesta de
San Pedro y San Pablo.
Los
palios son confeccionados por las religiosas benedictinas del monasterio de
Santa Cecilia, situado en el barrio romano de Trastevere, tomando la lana de
los corderos que fueron bendecidos y criados en la abadía de las Tres Fontanas,
lugar en que la tradición sitúa la decapitación de San Pablo.
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