No es fácil precisar exactamente cuándo se introdujo el incienso en la Liturgia de la Iglesia. No hay pruebas disponibles que muestren su uso durante los primeros cuatro siglos de la Iglesia, aunque hay referencias de su empleo en el Nuevo Testamento. Lucas, al inicio de su Evangelio, habla sobre el nacimiento de Juan Bautista y escribe:
También los Reyes
Magos ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra.
La primera
referencia de su uso en el servicio de la Iglesia se encuentra en Seudo-Dionisio
Areopagita, teólogo y místico bizantino del siglo V y VI. El uso tardío del incienso entre los cristianos tal
vez se debió para que el pueblo no lo asimilara como un culto pagano.
El incienso es un sacramental, utilizado
para santificar, bendecir y venerar. El humo del incienso es símbolo del
misterio de Dios.
El rito de incensación expresa reverencia
y oración. La materia que se coloca en el incensario, debe ser
incienso puro o si se le agrega algo, procúrese que la cantidad de incienso sea
mucho mayor.
En la misa se usa en estos momentos:
a) durante la procesión de entrada
b) al comienzo de
la misa, para incensar el altar, la cruz y la imagen que
esté expuesta de manera solemne
c)
para la procesión y al Evangeliario en la proclamación del
Evangelio
d) en la preparación de los dones, para
incensar las ofrendas, cruz y altar, al obispo o presidente de la celebración, a los concelebrantes y al pueblo
e) en el momento de la
ostensión de la hostia y el cáliz, después de la
consagración.
f) En la procesión de salida. Si se
canta la Salve u otro himno a una imagen solemnemente expuesta también se la
inciensa.
También se usa incienso, como se
describe en los libros litúrgicos, a saber:
a) en la dedicación de una
iglesia y de un altar
b) en la consagración del sagrado
crisma, cuando se llevan los óleos benditos
c) en la exposición del Santísimo
Sacramento con la custodia
d) en las exequias de los difuntos.
Además, el incienso se emplea de
ordinario, en las procesiones de la Presentación del Señor, del Domingo de
Ramos, en la Misa en la Cena del Señor, de la Vigilia pascual para incensar al
cirio pascual (se colocan cinco granos de incienso en
el Cirio Pascual).
e) en la solemnidad del Cuerpo y de la
Sangre de Cristo; en la solemne traslación de las reliquias, y en general, en
las procesiones que se hacen con solemnidad.
En Laudes y Vísperas solemnes se puede
incensar el altar, al Obispo y al pueblo, mientras se canta el cántico
evangélico.
El obispo, si está en la cátedra,
o en otra sede, se sienta para poner incienso en el incensario, de no
ser así, pone el incienso estando de pie; el diácono le presenta la naveta y el
obispo o presidente toma, de ordinario, tres cucharaditas de incienso, lo
coloca en el turíbulo y bendice el incienso con el signo de la cruz, sin decir
nada. Después, el diácono recibe el incensario de manos del acólito y lo
entrega al obispo para que inciense las ofrendas, la cruz y el altar. Antes y
después de incensar, se hace inclinación profunda a la persona u objeto que se
inciensa; se exceptúan el altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa.
Sobre la manera de incensar, se hace
así: con tres
movimientos dobles se inciensa al Santísimo
Sacramento, la reliquia de la Santa Cruz y las imágenes del Señor
expuestas
solemnemente, también las ofrendas, la cruz, el Evangeliario el cirio pascual,
el obispo o el presbítero celebrante, la autoridad civil que por oficio está
presente en la sagrada celebración y el pueblo, sí como el cuerpo
del difunto.
Con dos
movimientos dobles se inciensan las reliquias e imágenes de los
santos expuestos para pública veneración.
El altar se inciensa con movimientos
sencillos de la siguiente manera
a) Si el altar está separado de la
pared, el obispo lo inciensa pasando alrededor del mismo
b) Si el altar está
unido a la pared, el obispo, mientras va pasando,
inciensa primero la parte derecha, luego la parte izquierda del altar. Si la
cruz está sobre el altar o cerca de él, se inciensa antes que el mismo altar,
de no ser así, el obispo la inciensa cuando pase ante ella. Las
ofrendas se inciensan antes de la incensación del altar y de la cruz. El
Santísimo Sacramento se inciensa de rodillas.
Las reliquias y las imágenes sagradas
expuestas a la veneración pública se inciensan después de la incensación
del altar. En la misa, sin embargo, únicamente al inicio de la
celebración.
El obispo, tanto en el altar como en la cátedra, recibe la
incensación estando de pie, sin mitra, a no ser que ya la tenga. El diácono o
el acólito inciensa después a todos los concelebrantes al mismo tiempo. Por
último, el diácono o el acólito inciensa al pueblo desde el sitio más
conveniente.
El que preside la Nación, y que viene por oficio a la sagrada
celebración, donde existe la costumbre, es incensado después del
obispo.
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