Nos vamos acercando, en este tiempo de Cuaresma, hasta el ápice del Año Litúrgico, el triduo pascual. La iglesia reserva para esos días, de enorme densidad litúrgica, una serie de ritos que no se ven el resto del año. Hoy nos vamos a referir a uno muy concreto y característicos de la «MISSA IN CENA DOMINI», misa del Jueves Santo en la que conmemoramos la Santa Cena, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Nos referimos al Lavatorio de los pies, rito que se realizará «donde lo aconsejen razones pastorales» (CO 301). Lo anterior significa que no es un rito obligatorio.
Hasta hace poco, sólo
eran seleccionados para cumplir este rito a 12 varones. Esto ha cambiado. Por
un Decreto de la «Congregación
para el culto divino y la disciplina de los sacramentos» fechada el 6 de enero
de 2016 titulado IN MISSA IN CENA
DOMINI el papa Francisco ha dispuesto que en el Misal, se
sustituya la frase «Los
varones designados, acompañados de los ministros…» por la de «Los que han sido
designados de entre el pueblo de Dios son acompañados por los ministros…». Esta
modificación ya viene en la actual edición del Misa Romano. Asimismo, el
Ceremonial de los Obispos también lo recoge (nº 301). Además, el decreto dice
que los pastores puedan designar un
pequeño grupo de fieles que represente la variedad y la unidad de cada porción
del pueblo de Dios. Este pequeño grupo puede estar compuesto de hombres y
mujeres, y es conveniente que formen parte de él jóvenes y ancianos, sanos y
enfermos, clérigos, consagrados, laicos. Y sigue recordando a los pastores
su deber de instruir adecuadamente tanto a los fieles designados como a los
demás, para que participen en el rito consciente, activa y fructuosamente.
El citado decreto expone que la reforma de la Semana Santa, con el
decreto Maxima Redemptionis nostrae mysteria (30 noviembre
1955), dio la facultad, si era pastoralmente aconsejable, de realizar el rito
del lavatorio de los pies a doce varones durante la Misa en la Cena del Señor, tras
la lectura del Evangelio de san Juan, manifestando así la humildad y el amor de
Cristo hacia sus discípulos. En la liturgia romana, a este rito se le ha
llamado Mandatum del Señor sobre la caridad fraterna, según
las palabras de Jesús (Jn 13,34). Al realizar este rito, obispos y presbíteros
son invitados a conformarse íntimamente a Cristo que «no vino a ser servido,
sino a servir» (Mt 20,28) y, llevado por un amor «hasta el extremo» (Jn 13,1),
a dar la vida por la salvación de todo el género humano.
En definitiva, que los designados no tienen por qué ser varones
exclusivamente.
Y aunque no tenga nada que ver con lo anterior, y por causa de la
epidemia del coronavirus que azota a muchos paises, vamos a recordar brevemente que acciones recomienda
la Conferencia Episcopal española modificar temporalmente para ayudar a la no propagación del virus.
Básicamente son tres recomendaciones. La primera podría ser
retirar el agua bendita de las pilas que hay a la entrada de nuestras iglesias.
Esa agua se debe verter en una maceta, árbol o jardín, no al lavabo ni al baño.
Otra medida puede ser recibir la comunión en la mano, para evitar que los dedos
del sacerdote entren en contacto, accidentalmente, con los labios o lengua del
comulgante.
Sobre el rito de la paz, en vez del tradicional apretón de manos
se puede sustituir por un gesto amable. Además, debemos añadir que el rito de
darse la paz es opcional. La OGMR dispone, en su número 154, que el sacerdote solo, con las manos
extendidas, dice en voz alta la oración: Señor Jesucristo, que dijiste; y
terminada ésta, extendiendo y juntando las manos, vuelto hacia el pueblo,
anuncia la paz, diciendo: La paz del Señor esté siempre con vosotros.
El pueblo responde: Y con tu espíritu. Luego, según las circunstancias o si se juzga
oportuno, el diácono o el sacerdote añade: Daos fraternalmente la paz. Por lo tanto,
basta con que el sacerdote, si quiere, omita la frase que invita a darse la
paz.
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