En este tiempo cuaresmal, tan propicio para los actos de piedad popular, vamos a dedicar varios artículos a estas formas de piedad no litúrgicas pero recomendadas por la Iglesia en nuestro camino para celebrar los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Así, veremos el Vía Crucis cuaresmal, ejercicio de devoción muy querido por las hermandades y parroquias, las meditaciones sobre el Stabat Mater y las meditaciones sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, difundidas en el siglo XVII, sobre todo gracias al tratado que sobre dicho asunto escribió el cardenal jesuita san Roberto Belarmino, hoy doctor de la Iglesia (De septem Verbis a Christo in cruce prolatis).
En el presente
artículo nos fijamos en Las Siete Palabras.
El sermón sobre
las Siete Palabras es fuente importante de reflexión durante los días
cuaresmales. Pero una buena pregunta sería ¿Y cuáles son esas Siete Palabras?
En realidad no son palabras sino las frases que Jesucristo pronunció estando ya
crucificado y que los evangelistas han recogido.
Estas frases tienen
un orden que, tradicionalmente, es el siguiente:
Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en
el paraíso» (Lc 23,43)
Jesús, al ver a su madre y junto a
ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a
tu hijo». 27Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre» Y desde aquella hora,
el discípulo la recibió como algo propio (Jn 19, 26-27)
Y a la hora nona, Jesús
clamó con voz potente: Eloí Eloí, lemá
sabaqtaní (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).
Mt 27,46; Mc 15,34;
Después
de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la
Escritura, dijo: «Tengo sed» (Jn
19,28)
Jesús,
cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando
la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19,30)
Y Jesús, clamando con voz potente,
dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró. (Lc 23,46)
Algunas
de estas frases las dirigió Jesús al Padre, otra al Buen Ladrón, a su Madre y a
san Juan y otras propias.
En próximos
artículos abordaremos más en detalle el Stabat
Mater y el piadoso ejercicio del Vía Crucis.
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