En este articulo vamos a abordar un cuestión que no es de Liturgia, sino de Código de Derecho Canónico, pero de actualidad, porque siempre hay alguna sede vacante que cubrir o un obispo dimisionario a quien sustituir. Cuando un obispo dimite, bien por edad o por enfermedad el pueblo se pregunta ¿Por qué no viene ya el sustituto, por qué la Iglesia (no sólo la Iglesia) es tan lenta en tomar decisiones?
Bien, vamos a analizar lo que dispone el Código de Derecho Canónico al respecto. El
procedimiento es complejo y laborioso, necesariamente lento.
En primer lugar veamos el canon 401 § 1.Al Obispo
diocesano que haya cumplido setenta y
cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al
Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias.
§ 2. Se ruega encarecidamente al
Obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad
para desempeñarlo.
Así pues vemos que hay
dos motivos para presentar la renuncia: la edad y la causa grave de salud.
Ambos requisitos se dan en don Juan José.
Y sigue: 402 § 1. El Obispo a quien
se haya aceptado la renuncia de su oficio conserva el título de Obispo dimisionario
de su diócesis, y, si lo desea, puede continuar residiendo en ella, a no ser
que en casos determinados por circunstancias especiales la Sede Apostólica
provea de otra manera.
§ 2. La Conferencia Episcopal debe
cuidar de que se disponga lo necesario para la conveniente y digna sustentación
del Obispo dimisionario, teniendo en cuenta que la obligación principal recae
sobre la misma diócesis a la que sirvió.
El canon 376 dispone
que Se llaman diocesanos, los Obispos a
los que se ha encomendado el cuidado de una diócesis; los demás se denominan
titulares. Y en el siguiente se dispone que El Sumo Pontífice nombra libremente a los Obispos, o confirma a
los que han sido legítimamente elegidos.
Bien, pero ¿Cuál es el
procedimiento para la sustitución de un obispo? En esta cuestión en el canon
377 § 3 se indica la manera de proceder: A no ser que se establezca legítimamente de otra
manera, cuando se ha de nombrar un Obispo diocesano o un Obispo coadjutor, para
proponer a la Sede Apostólica una terna, corresponde al Legado pontificio
investigar separadamente y comunicar a la misma Sede Apostólica, juntamente con
su opinión, lo que sugieran el Arzobispo y los Sufragáneos de la provincia, a
la cual pertenece la diócesis que se ha de proveer o con la cual está agrupada,
así como el presidente de la Conferencia Episcopal; oiga además el Legado
pontificio a algunos del colegio de consultores y del cabildo catedral y, si lo
juzgare conveniente, pida en secreto y separadamente el parecer de algunos de
uno y otro clero, y también de laicos que destaquen por su sabiduría.
Aclaramos.
Al Papa le presenta una terna el Legado pontificio (en este caso ese papel lo
asume el Nuncio), al que le corresponde investigar (se entiende que la
idoneidad de los propuestos) debiendo trasmitir a la Santa Sede su propia
opinión, la del presidente de la Conferencia Episcopal y la de los obispos de
la provincia eclesiástica a la que pertenezca la diócesis a cubrir (en el caso de Sevilla sería a los obispos de Sevilla, Córdoba, Huelva, Asidonia-Jerez, Cadiz-Ceuta,
Tenerife y Canarias). También puede consultar a otros miembros del clero e
incluso a laicos. La idoneidad definitiva corresponde a la Santa Sede
Interesante
es el apartado 377 § 5. En lo
sucesivo no se concederá a las autoridades civiles ningún derecho ni privilegio
de elección, nombramiento, presentación y designación de Obispos. Con esta
disposición se liquida el privilegio que tenían algunos gobiernos de proponer
ternas y similares y/o vetar nombres.
Una vez que el elegido recibe las cartas apostólicas (nombramiento) tiene
dos meses para tomar posesión si ya es obispo o cuatro meses si no lo es, ya
que tiene ser ordenado de obispo. 382
§ 2. A no ser que se
halle legítimamente impedido, quien ha sido promovido al oficio de Obispo
diocesano debe tomar posesión canónica de su diócesis dentro del plazo de
cuatro meses a partir del momento en que recibe las letras apostólicas, si aún
no había recibido la consagración episcopal, y dentro del plazo de dos meses,
si ya estaba consagrado.
El
canon 382 §4 dispone que Es muy
aconsejable que la toma de posesión canónica tenga lugar en la iglesia
catedral, con un acto litúrgico al que asisten el clero y el pueblo.
De lo cual se deduce que un presbítero puede ser nombrado obispo
diocesano, debiendo ser previamente ordenado, como es lógico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario