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1.12.24

CALENDARIO LITÚRGICO 2025

 

CALENDARIO LITÚRGICO 2025

El domingo1 de diciembre de 2024 es primer domingo de Adviento, dando pues comienzo un nuevo Año Litúrgico.

Cada año litúrgico comienza siempre en las vísperas del  domingo más próximo al 30 de noviembre, fiesta del apóstol San Andrés.

El domingo pascual, núcleo del año litúrgico, quedó fijado por el Concilio de Nicea, reunido el año 325, que dispuso que la Pascua se celebrase el domingo posterior al primer plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho de otra manera, el domingo que sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. La  Pascua de Resurrección es, por lo tanto, una fiesta variable y necesariamente deberá oscilar entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Una vez fijado el domingo pascual de cada año se establecen los demás tiempos movibles y sus fiestas: el tiempo pascual (cincuenta días posteriores) con su final en la solemnidad de Pentecostés y el tiempo cuaresmal (cuarenta y cuatro días atrás si contamos desde el Miércoles de Ceniza al Jueves Santo), además de las solemnidades dependientes del Domingo Pascual y de Pentecostés: Ascensión, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón. 

Este año que comienza es Ciclo C, año impar.

 En este nuevo año litúrgico, las festividades móviles quedan establecidas así:

Comienza el Adviento I Domingo de Adviento: 1 de diciembre de 2024.
La Sagrada Familia: Domingo, 29 de diciembre de 2024. Fiesta.
Bautismo del Señor: Domingo, 12 de enero de 2025.  Fiesta. Finaliza el tiempo de Navidad y comienza el Tiempo Ordinario, primera parte.Comienza la Cuaresma

Miércoles de Ceniza: 5 de marzo de 2025

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor: 13 de abril de 2025.

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor: 20 de abril de 2025. Comienza el 

Tiempo Pascual.

Ascensión del Señor: Domingo, 1 de junio de 2025. Solemnidad.
Domingo de Pentecostés: 8 de junio de 2025. Solemnidad. Termina el Tiempo Pascual y se reanuda el Tiempo Ordinario, segunda parte.
Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote: jueves 12 de junio de 2025. Fiesta.

Santísima Trinidad: Domingo, 15 de junio de 2025. Solemnidad
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo: Domingo, 22 de junio de 2025. En Sevilla se mantiene la procesión y Liturgia el jueves anterior, 19 de junio de 2025. Solemnidad.

Sagrado Corazón de Jesús: Viernes, 27 de junio de 2025. Solemnidad
Jesucristo, Rey del Universo: domingo 23 de noviembre de 2025. Solemnidad

 La Natividad del Señor (25 de diciembre), Epifanía del Señor (6 de enero), Transfiguración del Señor (6 de agosto) y Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre) tienen fecha fija, al  igual que las solemnidades y fiestas de la Virgen María: Inmaculada Concepción (8 de diciembre), Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios (1 de enero) y Asunción a los Cielos (15 de agosto).

En el año 2025 el Tiempo Ordinario (color verde) comprende 33 semanas, de las cuales las ocho primeras se celebran antes de Cuaresma, comenzando el 13 de enero, lunes siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor, hasta el 4 de marzo, día anterior al Miércoles de Ceniza. Se reanuda de nuevo el tiempo ordinario con la X semana, el 9 de junio, lunes después del domingo de Pentecostés, hasta el sábado 29 de noviembre de 2025, vísperas del I Domingo de Adviento del nuevo Año Litúrgico. Se omite la semana IX.

Para 2025 el número áureo es el 9;  Epacta: XXX; Letra dominical: e; Letra del Martirologio: P.

Las vestiduras en Adviento y Cuaresma son moradas, blancas en tiempo de Navidad y Tiempo Pascual y verdes en el Tiempo Ordinario.

El rojo se usa en determinadas fiestas y el rosa se puede usar en el III

Domingo de Adviento (Gaudete) y en el IV Domingo de Cuaresma (Laetare).

 

FIESTAS DE PRECEPTO EN ESPAÑA

- 1 enero: Santa María, Madre de Dios.

- 6 enero: Epifanía del Señor.

- 19 marzo: San José, esposo de la bienaventurada Virgen María.

- 25 julio: Santiago, apóstol.

- 15 agosto: La Asunción de la Virgen María.

- 1 noviembre: Todos los Santos.

- 8 diciembre: Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María.
- 25 diciembre: La Natividad del Señor.

Todos los días anteriores se celebran como solemnidad.

 Cada diócesis debe añadir las fiestas que acuerde el obispo. La Iglesia considera como días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de Cuaresma.

Recordamos que son días de abstinencia TODOS los viernes del año, no sólo los de Cuaresma (excepto si coinciden con alguna solemnidad), que puede sustituirse por  cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia: lectura de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras de piedad (participación en la santa misa, rezo del rosario, etc.) y mortificaciones corporales. Ayuno y abstinencia son el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. La ley de la abstinencia obliga a todos los mayores de 14 años en adelante y la del ayuno a los mayores de edad hasta los 59 años (CDC cánones 1249 y siguientes).

 

LIBROS QUE SE UTILIZAN DURANTE ESTE AÑO

Liturgia de las Horas
Volumen I, II, III y IV.

Misa
Misal Romano.
Leccionario dominical I-Ciclo C
Leccionario II: Ferias de Tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua.
Leccionario III-Año impar: Ferias del Tiempo Ordinario.

Leccionario IV: Propio de los santos y misas comunes.

Leccionario V: Para las misas rituales y de difuntos
Leccionario VI: Para las misas por diversas necesidades y votivas

Oración de los fieles.

Libro de la Sede.

https://www.conferenciaepiscopal.es/wp-content/uploads/2024/11/CLP-2024-2025.pdf

18.2.24

LA LUZ EN LA LITURGIA II

 

Actualmente, el uso de la luz en la Liturgia católica es muy evidente.

De todas las luces de las que la Liturgia emplea en sus rituales la más importante, sin duda, es la del cirio pascual, que se enciende al principio de la Vigilia Pascual en el rito del Lucernario. De ese cirio toman los fieles el fuego para sus velas, a la voz del diácono que anuncia: «Luz de Cristo», respondiendo todos «Demos gracias a Dios».

Al cirio pascual, en la Vigilia, se le inciensa.   

Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

 

El cirio pascual se enciende toda la cincuentena pascual, en los bautizos y en la misa exequial. Su luz acompaña al cristiano toda su vida: desde su nacimiento por el bautismo hasta su muerte en esta tierra.

También la luz, en forma de velas, se usa en la administración de los sacramentos. Para el bautismo, del cirio pascual se toma luz en una vela, que se entrega a los padres diciendo: Recibid la LUZ de Cristo

En la misa se usan dos o más velas, sobre el altar a cerca del mismo. Simbolizan veneración y celebración festiva.

 En la procesión de entrada dos ciriales acompañan a la cruz y también se colocan en el Evangelio a ambos lados del ambón.

Si oficia el obispo se colocan siete candeleros.

 Otra luz importante es la que arde constantemente ante el Sagrario, para indicar la presencia de Jesús sacramentado.

También se usan cuatro o seis velas en la exposición del Santísimo. En las procesiones con el Santísimo se le acompaña con cirios encendidos. Por cierto que el color eucarístico es el blanco.

Se usan cirios en la procesión de las candelas, fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. 

En la Liturgia de las Horas, se tiene en cuenta la luz: los Laudes son al amanecer y las Vísperas al anochecer. Las demás horas también tiene su tiempo propio a lo largo del día.

8.2.24

LA LUZ EN LA LITURGIA (I)

En un par de artículos vamos a desarrollar el tema del uso de la luz en la Liturgia.  

La luz es un elemento importante dentro de los signos que usa la Liturgia.

La luz simboliza la verdad, la salvación, la liberación, así como las tinieblas se identifican con el pecado, la ignorancia y el error.

En el Antiguo Testamento hay numerosos ejemplos del uso de la luz y de las velas en los ritos de los judíos. La fiesta de la Janucá o la luz que ardía permanentemente en un altar del templo de Jerusalén son buenos ejemplos.

La luz es una constante dentro de la religión judía a través de los siglos y  ha estado presente en todas las ceremonias y festividades hebreas, ocupando un elemento central de la liturgia judía. Además de buscar a través de ella la santificación de ciertas fechas sagradas, la luz encierra un significado propio que pone al judío en estrecho contacto con su identidad.

En el Nuevo Testamento hay también muchas referencias a la Luz.

Cuando Jesús fue presentado al Templo tras su Nacimiento, fiesta que hoy celebramos el 2 de febrero, a los 40 días del Nacimiento, el anciano Simeón tomó a Jesús en brazos en el templo de Jerusalén, y dijo: este Niño es luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel (Lc 2,32).

En el evangelio de Lucas, dice que  «Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12). La luz es todo un símbolo de la vida, la alegría, la paz, la seguridad.

El evangelista Juan narra como Jesús explicó a sus discípulos el simbolismo de vivir en la luz y las tinieblas: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues el que obra el mal odia la luz y no va a la luz, no sea que sus obras malas sean descubiertas y condenadas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que hace la verdad va a la luz, para que se vea que sus obras han sido hechas en Dios. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» ( Jn 3, 19-21).

San Pablo recuerda a los cristianos de Colosas que Dios Padre nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su Amor por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados (Col 1,13).